7 de agosto de 2018

LOS TAXIS DE LOMAS DE ZAMORA Y BANFIELD.


Son tiempos de Uber, Cabify y Agencias de Remises de todo tipo.
Que lejos quedaron los Taxis que tomabas en sus paradas o los llamabas al teléfono que  se encontraba a resguardo en ese lugar.
En Lomas del lado de Alsina la parada se encontraba en Balcarce y la estación, a metros justamente del copetín al paso que te contaba.
En Lomas Oeste, la parada más importante del Municipio, estaba en Laprida y Carlos Pellegrini, en diagonal  a la Farmacia Americana.
En Banfield Este se ubicaban en Maipú y Vergara y del otro lado de la estación hacían fila en Alem y French.
Antes que tuvieran que competir con los Remises, la tarifa era muy alta, aunque con el tiempo se fue equiparando con estos.
Pintados todos de negro en un principio y más tarde con el techo blanco, los Falcón, los Chevrolet 400 y los Peugeot 400 entre otros, fueron desapareciendo de a poco.
Alguien me dijo que quedan unos pocos autos ahora de color blanco en la parada de Lomas Oeste.

Los copetines al paso.


Escribiendo sobre viejos bares, fondas y bodegones que ya no están, me di cuenta que faltaban algunas líneas sobre estos lugares.
Los que conoci en los años 60 y 70 eran sitios poco vistosos con escaso  espacio, donde entraban un par de mesas o simplemente un mostrador y algunas banquetas.
Siempre se situaban en lugares donde la gente transitaba durante gran parte del día.
En el cartel del lugar, primero estaba el nombre del comercio y luego mencionaba en letras muy grandes que era un copetín al paso.
Recuerdo e que estaba frente a la escalera del puente de la estación de trenes de Lomas, que cruza desde Balcarce hacia Laprida.
Se ubicaba al costado de la salida de la terminal de la línea de colectivos 266.
Estuvo en ese lugar durante años y años, era un sitio poco aseado y armado con casi nada.
Una vieja heladera mostrador de madera con vidrio en el frente, mostraba los tres fiambres que te ponían en un platito, sumándole unas papas fritas y unos palitos que venían en grandes bolsas.
También podías observar los sifones de litro para cortar las bebidas alcohólicas que eran las diosas de este bolichito.
Dos o tres veces por semana hacían algunas empanadas fritas que con su olor, espantaban a toda  persona bien nacida que pasaba a unos pocos metros del lugar.
Ni mesas ni banquetas, los clientes se ubicaban codo a codo y de parados, en verano o en invierno sufriendo el clima.
Si bien durante casi todo el día la gente paraba, el trabajo fuerte estaba en la media tarde.
En las estaciones de trenes, los andenes eran lugares estratégicos para estos comercios.
El copetín en si, cuando se lo consumía en lugares más o menos aptos para concurrir,  tenía cierta  similitud con la picada, aunque a diferencia de ésta, contenía muy pocos ingredientes.
En estos lugares al paso, la cosa pasaba por consumir algunos traguitos importando muy poco el acompañamiento.
Los grandes protagonistas eran el vasito de vino y  el vermut cortado con bastante soda.
Muy pocos en esos años, inclinaban su preferencia a la  cerveza o al fernet.
Aunque en los últimos 35 años el copetín al paso fue quedando de a poco bastante olvidado por distintas circunstancias, en estos últimos tiempos han  vuelto a tener alguna vigencia, con otro público y en ambientes más modernos y confortables.