1 de julio de 2013

El caso Penjerek.


En estos días nuestra sociedad se vio conmovida por uno de los crímenes más horrendos de los últimos años que es el asesinato de Ángeles Rawson.
El Martes 11 de Junio el país entero se conmovió, cuando la adolescente de 16 años apareció sin vida en la planta de reciclado que posee el CEAMSE en José León Suárez.
Lo que ocurrió con la chica hasta el día de hoy es un misterio, pese que la causa tiene un detenido que es el portero del edificio donde vivía la victima, Jorge Mangeri.
Recordemos que la ultima vez que Ángeles  fue vista con vida fue la mañana del Lunes 10 de Junio.
proximadamente a las 9.45 Hs. de la mañana de ese Lunes, Ángeles salió de la clase de gimnasia cerca del predio de la planta de residuos del CEAMSE ubicada en Cramer entre Concepción Arenal y Matienzo del Barrio de  Colegiales y se dirigió a su casa.
Aun esta en discusión, si Ángeles llegó o no a su casa, pero se sabe que no concurrió al colegio por la tarde ni tampoco a las clases de Ingles.
La familia realizó la denuncia en horas de la noche de ese Lunes luego de las 21 horas. Todo lo que viene ya es bien conocido por todos y esperemos que este chimen termine con él o los autores materiales del hecho en la cárcel por el tiempo que lo determine la justicia.
Así como el caso de Ángeles ocupa  todos los medios de comunicación, en la década del 60 otro hecho policial tuvo una repercusión inédita en la historia del periodismo Argentino de la época y fue la muerte de Norma Penjerek.
La historia es esta:
Norma Mirta Penjerek, era la única hija del matrimonio de Enrique Penjerek y Clara Breitman.
Los Penjerek eran una de las tantas familias de clase media de la época de origen judío que vivían en el barrio de Floresta.
El martes 29 de Mayo de 1962 no había colectivos porque  La CGT había decretado un paro general.
La chica volvió del colegio, almorzó y pese a la insistencia de su madre para que no lo hiciera, a las cinco y media de la tarde salió a la calle, rumbo a su clase particular de Ingles en la calle Boyacá 420, a 17 cuadras de distancia de su domicilio.
Su profesora Perla Stazauer de Priellita, comenzó la clase a las siete y diez, y terminó la misma a la ocho menos cuarto.
De allí salió con rumbo a su casa, un trayecto que caminando debía recorrer en unos 20 ó 25 minutos.
A las nueve de la noche Norma aún no había llegado y su madre preocupada comenzó a llamar a sus conocidos pero nadie la había visto.
Cerca de la medianoche Enrique Penjerek concurrió  a denunciar la desaparición de su hija a la comisaría 40, la cual ordenó revisar todos los hospitales y clínicas de la ciudad para descartar la posibilidad de un accidente.
Diez días después, los Penjerek publicaron una solicitada con la fotografía de Norma pidiendo información sobre su paradero.
Como ocurre siempre, respondiendo a ella se comunico gente bien intencionada,  pervertidos, mitómanos, oportunistas, etc.
Uno de ellos pidió 2.000 pesos por la información que poseía pero se comprobó que no poseía ninguna y quedó detenido por tentativa de extorsión.
El Domingo 15 de Julio, siete semanas después de la desaparición, un perro correteaba por unos terrenos baldíos, en la ciudad de Llavallol, de la Provincia de Buenos Aires.
Estos terrenos pertenecían al Instituto Filotécnico de la Universidad Nacional de La Plata, y eran utilizados como campos para experimentar cultivos.
En un momento el animal comenzó a olfatear con insistencia entre el barro.
Su dueño un guardia  del Instituto, se acercó para echar una mirada y descubrió que aparecían los dedos de una mano.
El hombre llamó a la policía y concurrieron al lugar  Agentes de la Comisaría de Llavallol para ver que ocurría.
Lo que desenterraron resultó ser un  cadáver, semidesnudo y en avanzado estado de descomposición de una mujer.
Los primeros pasos fueron sumamente torpes e improvisados.
Nadie interrogó al guardia ni se preservo la zona que fue toda pisoteada.
Cerca del cuerpo se encontraron algunas prendas de vestir como un pulóver marrón, una enagua celeste y ropa interior.
La primera autopsia y el examen médico forense determinaron que se trataba de una chica de unos  veinte años de edad y 1,65 mts. de estatura.
La misma había sido estrangulada con un alambre, y le habían seccionado la vena cava superior con un instrumento cortante.
Casi tres meses después de la desaparición de Norma el 22 de Agosto, los forenses hicieron una segunda autopsia.
Ésta reveló que la muerte se había producido entre el 4 y el 8 de Julio, lo cual no parecía corresponderse con el avanzado estado de descomposición en que había sido hallado el cuerpo el 15 de Julio.
En este segundo examen pudo extraerse una única huella dactilar, la del dedo anular de la mano izquierda de la victima la cual se pudo comparar con la ficha dactiloscópica de Norma Penjerek.
Se encontraron 11 puntos de coincidencia, tres  más de los que la ciencia de identificación dactiloscópica considera suficiente para una correcta identificación de una persona.
El odontólogo de Norma Penjerek, Dr. Marcelo Maneffa reconoció la dentadura del cadáver como perteneciente a la adolescente.
Myriam una prima de Norma, reconoció el pañuelo alrededor del cuello como un regalo que ella le había hecho.
Con estos elementos, los restos fueron oficialmente atribuidos a Norma Mirta Penjerek y el  25 de Agostó el cuerpo fue entregado a los padres, para ser sepultado en el cementerio de La Tablada.
No habiendo novedades importantes en la investigación, el caso fue perdiendo rápidamente espacio en los medios hasta desparecer.
Todo hacia pensar que Norma Penjerek pasaría a ser la protagonista de uno de los tantos homicidios sin solución cometidos en nuestro país.
Pero no fue así, el 15 de Julio de 1963, exactamente un año después del macabro hallazgo, ocurrió algo que revivió la investigación.
María Sisti una prositituta de 23 años, fue detenida por la Brigada Moralidad en la terminal de trenes de Constitución.
No era la primera vez que esto le ocurría a la mujer que fue llevada a la comisaría de la zona.
Pero en esta oportunidad hubo algo distinto porque la mujer tenía algo que decir.
Interrogada a fondo por el comisario Jorge Colotto, de la Policía Federal, y por el subinspector Vodeb y el subcomisario Toledo, ambos de Llavallol, María Sisti soltó una frase impactante para todos: "Yo sé quién mató a Norma Penjerek"
A partir de esa declaración entra en escena Pedro Vecchio dueño de La Preferida, una zapatería de damas en la ciudad de Florencio Varela, en el conurbano bonaerense.
Vecchio en ese entonces tenía 47 años, era viudo y tenía dos hijas.
El hombre era de una reputación intachable.
Hacia poco tiempo que había sido electo concejal por la Unión Vecinal, partido del dirigente Peronista Juan Carlos Fonrouge.
Pero María Sisti tenía mucho para contar del supuestamente honrado comerciante de Florencio Varela.
Según ella, Pedro Vecchio y Laura Muzzio de Villano, ésta última, dueña de una boutique a pocos metros del negocio de Vecchio, dirigían una organización de trata de blancas, que organizaba fiestas para adinerados ciudadanos y políticos influyentes de la época.
Estas fiestas solían tener lugar en un chalet llamado “Los Eucaliptos”, en la localidad llamada Bosques, en el sur bonaerense.
Sisti había participado de una de dichas orgías y allí  había visto a varias chicas, entre ellas a Norma Penjerek.
La socia de Vecchio en el negocio, Laura Villano fue detenida y termino confesando.
Tres prostitutas que habían participado de dichas fiestas fueron detenidas y también confirmaron la versión.
La finca fue allanada  y los peritos aseguraron que unas letras trazadas en una pared del chalet coincidían con la escritura de Norma Penjerek.
Según se desprende de la investigación, aquel 29 de Mayo de 1962, Pedro Vecchio y unos cómplices habían salido a conseguir mujeres para sus clientes.
En la búsqueda de ellas habían levantado a Norma Penjerek y tras drogarla, la habían llevado al chalet “Los Eucaliptos”
En su encierro Norma se había resistido a seguir participando de las fiestas y fue así que Pedro Vecchio la había acuchillado y estrangulado, para luego esconder su cadáver en el sótano del chalet.
Cuando el cuerpo comenzó a decomponerse, fue llevado al terreno baldío de Llavallol donde finalmente había sido encontrado.
Pedro Vecchio parecía haberse dado a la fuga, pero sin embargo el 23 de Septiembre se presentó espontáneamente en la policía, alegando su inocencia.
Desde todos los ámbitos de la sociedad se exigía a las autoridades una profunda e inmediata "limpieza moral"
El tema se trató incluso en el Congreso de la Nación y se le exigieron medidas al Ministerio del Interior.
La hipótesis sobre Pedro Vecchio y su organización de trata de blancas lentamente empezó a desmoronarse.
El proceso a los acusados de corromper, torturar y asesinar a Norma Mirta Penjerek transito durante meses por varios juzgados, interviniendo en total ocho magistrados.
El 5 de Abril de 1965, la Cámara del Crimen de la Capital Federal decretó el sobreseimiento de Pedro Vecchio, que recuperó la libertad porque ninguno de los cargos que se le formularon pudo probarse.
Lentamente, la verdad sobre Pedro Vecchio fue saliendo a la luz.
José Luis Fernández un fotógrafo de Florencio Varela, odiaba a Vecchio y no le perdonaba haber apoyado y ayudado a una hija suya cuando ésta, de 26 años, había abandonado el hogar paterno.
Tiempo atrás Fernández había denunciado a Vecchio como traficante de drogas, aportando unas fotografías incriminatorias, en las que se veía a este  cargando un supuesto cargamento de drogas en su camioneta.
Vecchio había quedado en libertad al comprobarse que los supuestos paquetes de droga eran sólo cajas de zapatos.
María Sisti la prositituta que había iniciado la acusación contra Pedro Vecchio, terminó confesando haber sido sobornada por Fernández para que acusara a Vecchio como el asesino de Norma Penjerek, a cambio de 50.000 pesos.
La corrupción policial hizo su trabajo, porque muchas de las declaraciones de Mabel Sisti y otros acusadores, se supo después, habían sido obtenidas mediante torturas e intimidaciones, lo que terminaría llevando a varios policías ante la Justicia.
Pedro Vecchio y la supuesta organización de trata de blancas resultarían ser uno de los bluff más espectaculares de la historia policial y periodística Argentina y el caso Penjerek, volvía a cero.
Cuando todo parecía haberse dicho sobre la desaparición de Norma Penjerek, el caso tomó otro giro inesperado, cuando el  23 de Agosto de 1963, el desaparecido matutino El Mundo lanzó una versión sorprendente.
El diario indicaba que el secuestro de Norma Penjerek habría sido una represalia de un grupo de ultraderecha por el secuestro y envío a Israel del jerarca nazi Adolf Eichman.
Enrique Penjerek, padre de Norma y destacado miembro de la colectividad judía, habría sido el informante anónimo del grupo comando Israelí que, en Mayo de 1960, había llevado a cabo la Operación Garibaldi, secuestrando a Eichman y enviándolo a Israel para su juzgamiento por crímenes contra la humanidad, pero esto nunca fue  confirmado.
Pero para muchos criminalistas y estudiosos del caso, una duda continúa flotando hasta el día de hoy.
El cuerpo hallado en aquel descampado en Llavallol, el mismo que permanece sepultado en el Cementerio de La Tablada, ¿es el de Norma Mirta Penjerek?
Aunque la huella dactilar y la dentadura así parecieron demostrarlo, algunas inconsistencias son significativas.
Las tres prendas halladas junto al cadáver, un pulóver marrón, una enagua celeste y un corpiño,  no pertenecían a Norma Penjerek.
La chica el día de su desaparición, llevaba una pollera gris tableada y un blazer azul.
De acuerdo a las autopsias, el cadáver correspondía a una mujer de 20 años y 1,65 m de estatura y Norma Penjerek tenía 16 años y medía 1,54 mts.
En el momento de la aparición del cadáver de la jovencita los padres de la victima concurrieron a la morgue de La Plata y lo que vieron ahí no les recordó en absoluto a su hija desaparecida.
Para muchos el caso quedaría finalmente sin solución porque según opiniones de muchos expertos, Norma Mirta Penjerek nunca apareció.
Algunos investigadores han esbozado, la posibilidad de un suicidio de la jovencita, como consecuencia de una desilusión amorosa.
Años después, a fines de los 70, la causa fue cerrada definitivamente.
Luego de mas de 10 años de investigaciones el caso Penjerek se había constituido en uno de los tantos misterios de la historia policial Argentina hasta ese momento.