Recuerdo siempre los partidos de
fútbol en las veredas del barrio cuando era chico.
El arco lo marcábamos con lo que tenías a mano, el pulóver, el buzo, la pared, un árbol, los postes de luz, algunos ladrillos o lo teníamos a mano.
El travesaño era algo invisible e inexistente, donde la altura del arco era un poco más de hasta donde las manos del arquero llegaban.
Las medidas del arco variaban y ocupabas el más chico según la rapidez que tenías al ubicarte en la improvisada cancha, donde el partido comenzaba cuando la mayoría de las veces la pelota de goma comenzaba a rodar.
El arco lo marcábamos con lo que tenías a mano, el pulóver, el buzo, la pared, un árbol, los postes de luz, algunos ladrillos o lo teníamos a mano.
El travesaño era algo invisible e inexistente, donde la altura del arco era un poco más de hasta donde las manos del arquero llegaban.
Las medidas del arco variaban y ocupabas el más chico según la rapidez que tenías al ubicarte en la improvisada cancha, donde el partido comenzaba cuando la mayoría de las veces la pelota de goma comenzaba a rodar.
Las marcas que te dejaba este balón
eran imborrables por unas horas, dejándole las palmas enrojecidas a los
arqueros y cada pelotazo que recibía un jugador
te quedaba ardiendo la piel y ni que hablar un pelotazo en la cara.
Inolvidable la pelota de goma !!!
LIBRO DE VISITAS.
Inolvidable la pelota de goma !!!
LIBRO DE VISITAS.