5 de noviembre de 2018

CUANDO EL HONOR SE LAVA CON SANGRE.

Hablar de duelos parecería remontarnos a tiempos muy lejanos.
Cuando éntres de lleno en el post, te vas a dar cuenta que no lo es y que tiene que ver con la época, a que refiere en general este espacio.
Pero para ir entrando en tema, recordemos que, estos combates o justas gozaron  de gran fama y práctica desde el siglo XV hasta el siglo XX en las sociedades occidentales.
A grandes rasgos, se trataba de  combates entre caballeros, que iban acompañados por sus padrinos.
Estos duelos se ubicaban en una época en la que por encima de cualquier bien material, el honor y la honra de una familia era lo más importante.
Aunque la muerte llegara con dicho duelo, el ofendido elegía entre una muerte digna o el escarnio público, quedándose evidentemente con la primera.
Estos duelos se realizaban al principio con espadas de duelo europeas, no obstante a partir del siglo XVIII, se comenzaron a usar las pistolas.
Se fabricaban cajas, muy finas, con dos pistolas de duelo exactamente iguales.
Estas cajas eran llevadas por los nobles ricos en sus viajes, por si era necesario usarlas.
El hombre ofendido debía reaccionar con un gesto característico que iniciara el duelo, un gesto ofensivo que la otra persona no podría pasar por alto.
Se solía pegar en la cara del ofensor con un guante, o se tiraba el mismo al suelo, delante de sus pies.
Esto ya era una señal inequívoca de que el duelo era lanzado.
La figura del padrino era realmente importante.
El mismo tenía una serie de responsabilidades, siendo escogidos en calidad de testigo de fé.
Tenían por tanto que verificar las armas y las reglas.
Además, si su representado moría, debía encargarse de su cuerpo.
El duelo podía ser de varias clases.
Tenemos por ejemplo el duelo “a la primera sangre” en el cual todo finalizaba cuando alguna de las dos partes resultaba herida, aunque no fuera de muerte.
En el duelo “severamente herido”, se esperaba hasta que alguno de los dos fuera herido de gravedad y por tanto, incapacitado para seguir.
Por último, el duelo “a muerte”, el ofendido consideraba que su honor no sería restaurado si no era con una muerte.
Los duelos con pistola comenzaban con ambos, ofendido y ofensor, de espaldas el uno al otro.
Comenzaban a andar un serie de pasos establecidos y al finalizar dichos pasos, se daban la vuelta y disparaban.
A partir de las últimas décadas del siglo XX, los duelos comenzaron a considerarse ilegales.
En nuestro país, hubo lances que son conocidos y tienen su lado pintoresco, pero también hubo algunos que terminaron del todo bien.
La famosa “Casa del Ángel” en el barrio de Belgrano, era un sitio elegido por muchos.
En esta mansión del doctor Carlos Delcasse, se dice que hubo más de trescientos duelos.
Son famosos los duelos que protagonizara el Dr. Alfredo Palacios, que era un eximio esgrimista quien se batió con Manuel Ugarte y Carlos Silveyra.
El partido socialista no permitía a sus afiliados esas costumbres burguesas, por lo que primero se lo apercibe, luego se lo sanciona y finalmente se lo expulsa,  debiendo renunciar a su banca de diputado.
Otro muy recordado fue entre Hipólito Yrigoyen y Lisandro de la Torre.
Este último, quien pertenecía al radicalismo acusa a Yrigoyen de excesivo personalismo y querer apoderarse del partido a toda costa, por lo que renuncia enviando una carta inflamada de severas críticas.
Yrigoyen no lo toma muy en serio, pero Marcelo T. de Alvear le insiste que la carta era ofensiva y que se debían pedir reparaciones en el campo del honor. 
Lisandro de la Torre practicaba esgrima, mientras que su adversario jamás lo había hecho, pero era físicamente más fuerte y de brazos más largos, el lance solo duró cuarenta segundos, ya que Yrigoyen con fuerza de vasco empedernido y sin estilo, comienza a repartir mandobles como si fuera un molino y le da un sablazo en una de las mejillas,
dejándole una fea herida.
 Y ahora vamos al porque, este tema viene a ocupar un lugar en el blog.
En la década del 60 aunque te parezca mentira, se produjo el último duelo en nuestro país y la cosa fue más o menos así.
El día había amanecido nublado, la cita era a las 6.00 de la mañana del domingo 3 de noviembre de 1968.
Los duelistas llegaron a la quinta de Monte Chingolo, sobre la calle Caaguazú, con sus padrinos, para protagonizar el duelo.
Llego también al lugar un Valiant negro, con Escipión Ferretto, instructor de esgrima del Colegio Militar.
Traía los sables que se usarían en el combate, siendo además el juez del lance
Los duelistas eran el almirante Ignacio Benigno Varela y el abogado, político, legislador, y periodista Yolivan Biglieri.
¿Qué había pasado entre ellos para llegar a tal extremo?
Algo más de dos años antes, una Junta Revolucionaria integrada por Varela, el general Pascual Pistarini y el brigadier Arnaldo Alvarez derrocó al presidente constitucional Arturo Illia.
Días después asumiría el general Juan Carlos Onganía.
Biglieri, que dirigía un diario en Lanús llamado Autonomía, trató a Varela de traidor pues había declarado su lealtad a Illia poco antes de derrocarlo.
Ofendido por sus dichos, Varela consideró que la única manera de lavar su honor era enfrentarse a Biglieri y éste aceptó.
El ofendido es el que tiene derecho a elegir las armas, según el Código de Honor, que aceptado por los duelistas, pero siendo uno de ellos un civil, es éste el que tiene el privilegio de elegir las armas.
Pero el periodista cedió este derecho porque quería designar el lugar  del combate.
El arma elegida fue el sable de esgrima con empuñadura, con filo en la hoja y sin punta.
A las 6.10 había luz suficiente, así que el juez señaló a Varela y Biglieri que el duelo no sería "a primera sangre" sino hasta que las heridas recibidas impidieran continuar a uno o a los dos.
Entregó los sables y les ordenó quedarse con los torsos desnudos.
Se harían dos minutos de combate por tres de descanso. A las 6.12 el juez dio la clásica orden de inicio.
Con los padrinos e invitados había unas 20 personas mirando, más los periodistas escondidos en la quinta.
En el primer ataque, Biglieri le hizo un corte en la oreja derecha a Varela y en otra carga, lo cortó en el brazo derecho, pero Varela alcanzó al periodista en la mano. En el segundo asalto el almirante hirió a su rival en un pómulo, mostrándose  los dos cansados.
Hubo otro corte que recibió Biglieri en el torso, pero el marino se llevó una herida en el costado.
Al reanudarse el combate, Biglieri lastimó en el pecho y hasta hizo caer el arma de la mano de Varela.
Los dos fueron revisados por los médicos, decidiendo que ya no podían seguir.
El duelo duró 20 minutos y no hubo reconciliación.
A pesar de que los contendientes habían pactado mantener en secreto el lugar del desafío, igual trascendió.
Basta decir que el combate se debió suspender unos minutos para desalojar a los periodistas, que había escondidos dentro de la quinta.
Un juez de La Plata pidió a la Policía que hiciera las averiguaciones. ¿Por qué? Porque el duelo es un delito, pero no se llegó a nada y nadie fue sancionado.