El
14 de octubre de 1931 los lectores del periódico Detroit Mirror se
sorprendieron al encontrar en la página de las tiras cómicas un nuevo
personaje.
Se
trataba de un detective con sombrero alón y gabardina amarilla, dispuesto a
acabar con el delito y la corrupción.Dick
Tracy era un hombre sincero, alto, con un mentón sobresaliente, sonrisa
hermética y una nariz como pico de águila.
Su creador fue Chester Gould, un dibujante que aprendió su oficio por correspondencia, enloqueció a los directores de periódicos de Chicago y Detroit a quienes propuso decenas de ideas para tiras de diferentes géneros.
Un día recibió el llamado del director del Detroit Mirror, quien le expresaba su interés por la tira, el cual no tuvo ninguna objeción al proyecto del dibujante.
Fue la primea vez que la violencia apareció en las historietas que hasta esa fecha, no se metían en tan espinosos asuntos, como los temas policiales y el delito.
Los dibujos de Gould eran planos, no utilizaba en ellos la perspectiva tradicional y los rasgos de los personajes eran toscos.
Estas características enmarcaban muy bien la personalidad del personaje, un hombre duro y solitario, al que no le temblaba la mano a la hora de tirar del gatillo para acabar con el crimen.
El creador de Dick Tracy no tuvo que ir muy lejos para encontrar la trama de su historieta, un breve repaso a las crónicas de esos años, le daba el material indispensable para cautivar a su audiencia.
Con estos ingredientes, la tira cómica fue cobrando popularidad y se calcula que en los años 50 llegó a tener millones de lectores diarios en los Estados Unidos.
Para no dejar dudas sobre la naturaleza de su héroe, Gould debutó con un episodio fuerte donde la novia del detective es secuestrada y su suegro es asesinado, al tiempo que el personaje estrena dos de sus frases favoritas, LOS CRÍMENES PEQUEÑOS CONDUCEN A LOS CRÍMENES GRANDES y EL CRIMEN NO PAGA.
A los lectores los cautivó la imagen de ese hombre grande, fuerte, limpio, que no bebía ni fumaba y que se mantenía alejado de las mujeres.
En esa época la gente quería creer que al menos, un héroe de papel era capaz de defenderla.
Tracy llegó a convertirse en una esperanza de justicia en un país como los Estados Unidos que, en la década de los años 30, estaba acosada por la delincuencia organizada y la corrupción de las autoridades.
Claro está, que también encontró muchos detractores y en las oficinas de algunos de los periódicos, se recibían cartas de lectores que protestaban por el exceso de violencia, pero fueron más los amigos y entre ellos se encontraba Edgar J, Hoover, director del FBI que en la vida real hacía lo que Tracy en las historietas.
Para acentuar el clima de peligro en que se movía su personaje, Gould creó una serie de enemigos que se caracterizaban por impresionar con su sola figura.
Eran seres de cabezas achatadas y deformes, mientras había otros que carecían por completo de rasgos faciales.
Con el correr de los años, la prohibición del alcohol se terminó y con ella desapareció buena parte del crimen organizado.
La corrupción de las autoridades regresó a un límite tolerable y entonces el caricaturista debió buscar nuevos ganchos para su personaje.
Fue así como Tracy se humanizó cada vez más, consiguió novia, tuvo familia y para cautivar a su audiencia, se apertrechó con sofisticados elementos para sus investigaciones. Apareció el reloj-radio, que se transformó luego en un reloj-tv.
Un año más tarde, fue el primer detective en la historia en utilizar el circuito cerrado de televisión para monitorear los movimientos de sus enemigos.
El éxito alcanzado por la tira cómica pronto llamó la atención de los productores y guionistas de radio, cine y televisión que llevo al personaje a trascender en el tiempo en los diferentes medios.
Recuerdo siempre la serie de la década del 60 que revivió a Dick Tracy como dibujo animado, con episodios de cinco minutos, que se pasaban en diferentes ciclos del género.
Su creador fue Chester Gould, un dibujante que aprendió su oficio por correspondencia, enloqueció a los directores de periódicos de Chicago y Detroit a quienes propuso decenas de ideas para tiras de diferentes géneros.
Un día recibió el llamado del director del Detroit Mirror, quien le expresaba su interés por la tira, el cual no tuvo ninguna objeción al proyecto del dibujante.
Fue la primea vez que la violencia apareció en las historietas que hasta esa fecha, no se metían en tan espinosos asuntos, como los temas policiales y el delito.
Los dibujos de Gould eran planos, no utilizaba en ellos la perspectiva tradicional y los rasgos de los personajes eran toscos.
Estas características enmarcaban muy bien la personalidad del personaje, un hombre duro y solitario, al que no le temblaba la mano a la hora de tirar del gatillo para acabar con el crimen.
El creador de Dick Tracy no tuvo que ir muy lejos para encontrar la trama de su historieta, un breve repaso a las crónicas de esos años, le daba el material indispensable para cautivar a su audiencia.
Con estos ingredientes, la tira cómica fue cobrando popularidad y se calcula que en los años 50 llegó a tener millones de lectores diarios en los Estados Unidos.
Para no dejar dudas sobre la naturaleza de su héroe, Gould debutó con un episodio fuerte donde la novia del detective es secuestrada y su suegro es asesinado, al tiempo que el personaje estrena dos de sus frases favoritas, LOS CRÍMENES PEQUEÑOS CONDUCEN A LOS CRÍMENES GRANDES y EL CRIMEN NO PAGA.
A los lectores los cautivó la imagen de ese hombre grande, fuerte, limpio, que no bebía ni fumaba y que se mantenía alejado de las mujeres.
En esa época la gente quería creer que al menos, un héroe de papel era capaz de defenderla.
Tracy llegó a convertirse en una esperanza de justicia en un país como los Estados Unidos que, en la década de los años 30, estaba acosada por la delincuencia organizada y la corrupción de las autoridades.
Claro está, que también encontró muchos detractores y en las oficinas de algunos de los periódicos, se recibían cartas de lectores que protestaban por el exceso de violencia, pero fueron más los amigos y entre ellos se encontraba Edgar J, Hoover, director del FBI que en la vida real hacía lo que Tracy en las historietas.
Para acentuar el clima de peligro en que se movía su personaje, Gould creó una serie de enemigos que se caracterizaban por impresionar con su sola figura.
Eran seres de cabezas achatadas y deformes, mientras había otros que carecían por completo de rasgos faciales.
Con el correr de los años, la prohibición del alcohol se terminó y con ella desapareció buena parte del crimen organizado.
La corrupción de las autoridades regresó a un límite tolerable y entonces el caricaturista debió buscar nuevos ganchos para su personaje.
Fue así como Tracy se humanizó cada vez más, consiguió novia, tuvo familia y para cautivar a su audiencia, se apertrechó con sofisticados elementos para sus investigaciones. Apareció el reloj-radio, que se transformó luego en un reloj-tv.
Un año más tarde, fue el primer detective en la historia en utilizar el circuito cerrado de televisión para monitorear los movimientos de sus enemigos.
El éxito alcanzado por la tira cómica pronto llamó la atención de los productores y guionistas de radio, cine y televisión que llevo al personaje a trascender en el tiempo en los diferentes medios.
Recuerdo siempre la serie de la década del 60 que revivió a Dick Tracy como dibujo animado, con episodios de cinco minutos, que se pasaban en diferentes ciclos del género.