8 de junio de 2011

El Caballero Rojo.

 
Imposible haber escrito algo sobre Titanes en el Ring y no dedicarle una capitulo especial a un personaje de los mas fuertes y preferidos de todos los los chicos, y no tan chicos que fue el Caballero Rojo.
Existió siempre una gran intriga en torno a este personaje y en cada barrio del país hubo alguien que decía ser el Caballero Rojo.
Pero el único y auténtico fue Humberto Reynoso o "Baby" Reynoso como lo conocían todos, que en los años 60 vivía en uno de los edificios frente al Luna Park.
De jovencito se cruzaba al gimnasio para observar a sus ídolos hasta que le enseñaron la técnica y los secretos del catch.
Se inició en ese estadio en 1960 como El Araña, debido a su elasticidad y contextura física, pero inmediatamente en 1962, a partir de la primera edición de Titanes en el Ring, se convirtió en el Caballero Rojo, transformándose inmediatamente en ídolo indiscutido del público.
También luchó con éxito en Brasil y era un verdadero amante de la justicia, porque cuando algo le molestaba, daba media vuelta y partía hacia otro rumbo.
Así fue como en más de una oportunidad intentó formar otra troup de catch independiente, dejando Titanes en el Ring a fines de los años 70.
Luchó hasta 1980, pero cada tanto hacía alguna demostración en los múltiples homenajes que le hacían sus compañeros y sus fanáticos.
Tuvo una historieta con su nombre, una genial saga que inventó Tony Torres.
Fue en Junio de 2007, cuando una enfermedad pulmonar le ganó la última lucha al mítico Caballero Rojo de Titanes en el Ring.
Todos los negocios de San Pedro decidieron no levantar sus persianas, y durante años, todo un pueblo guardó el secreto de la identidad verdadera del personaje.
Humberto Reynoso era el ídolo de todos y por eso que, entre los vecinos y amigos cubrieron sus restos de innumerables claveles rojos.
Los que lo conocieron en su vida privada cuentan que, el personaje era como él, amable, caballero, auténtico y leal.
Siempre lo venían a buscar para entrevistarlo y él se emocionaba por el amor y el recuerdo de la gente, cuenta Adela de Jesús, su compañera hasta el final de sus días.