1 de diciembre de 2014

LAS CALESITAS.


Cuantos recuerdos y nostalgia de las calesitas que había en la zona en que vivía cuando yo era pibe.
Cierro los ojos y recuerdo que tenían aviones, autitos, cisnes y caballos, y giraban en alguna plaza o en algún terreno baldío, al compás de los temas infantiles de esos años.
Cuando estaba promediando la vuelta, el calesitero se ubicaba junto al poste del que colgaba una bocha de madera, que tenia la tan codiciada sortija, la cual te daba la oportunidad de dar una vuelta más gratis, si podias sacarla.
Por lo general los más grandes y experimentados, afirmándose con las piernas en los parantes y sacando medio cuerpo fuera de la calesita, intentaban hacerse de la sortija, mientras el calesitero hacía rápidos movimientos con su mano para evitar que ellos la sacaran y darle la oportunidad a los más chicos.
Las calesitas fueron sufriendo de a poco el embate del tiempo pero aún permanecen en algunas plazas, donde siempre habrá pequeños clientes que seguirán dando vueltas, aunque estén siempre en el mismo lugar.
Por suerte continúan alegrando los barrios, girando gracias a los motorcitos que esconden sus ruidos con la música, donde los chicos de hoy se parecen a los de cuando yo lo era, subiendo con una enorme sonrisa y lagrimeando cuando llega la hora de irse.