13 de septiembre de 2018

Muchísimos crímenes han acompañado a los argentinos en las últimas décadas.Algunos resueltos, otros no, otros que sin duda alguna por la trascendencia lograda a partir de los medios de comunicación seguramente nunca se olvidaran.

Yiya Murano acaparó la atención de la prensa durante la década del 70 y del 80.
Su nombre completo era María de las Mercedes Bernardina Bolla Aponte de Murano y había  nacido el 20 de Mayo de 1930 en Capital Federal. 
Más conocida como Yiya Murano la envenenadora de Monserrat es considerada una asesina y estafadora, que fue condenada por tres homicidios y estuvo presa durante dieciséis años. 
Como caso policial es uno de los más famosos en la historia Argentina que tomo enorme repercusión y se mantuvo en cartelera a lo largo de los años.
Yiya se mostraba como una persona culta y de un buen pasar económico, aunque en realidad, carecía de educación y tenía problemas económicos ya que permanentemente gastaba muchísimo dinero que no tenía comprando joyas y ropa importada.
El 24 de Marzo de 1979, Carmen Zulema del Giorgio de Venturini, prima de Yiya sufre una caída y muere en la escalera de un edificio de la calle Hipólito Yrigoyen donde vivía.
Los médicos que asistieron al lugar diagnosticaron que la mujer había tenido un paro cardíaco. 
Pero la hija Diana María Venturini, se percató que entre las pertenencias de su madre, faltaba un pagaré por un valor de 20 millones de pesos.
El portero del edificio dijo que mientras la Sra. de Venturini agonizaba en el interior del edificio, la Sra. Murano había llegado a visitarla con un misterioso paquete en mano que luego se descubriría que eran masas y petits fours.
El mismo manifestó que Yiya le había pedido una copia de las llaves del departamento de su prima, justificando su intromisión, con un "necesito su libretita para avisar a los parientes"
Ella había entrado en la vivienda de la mujer y luego había salido rápidamente con unos papeles y un frasquito en la mano. 
Los investigadores solicitaron la realización de una nueva autopsia y los peritos descubrieron cianuro en el cadáver, relacionando los mismos el veneno con el supuesto frasco mencionado por el encargado.
Se supo que Nilda Gamba vecina de Yiya, había muerto el 10 de Febrero de 1979 y pocos días después, un infarto mató a Lelia Formisano de Ayala, otra amiga de Yiya.
Murano les debía dinero a ambas mujeres y ambos cuerpos presentaban signos de haber sido envenenados con cianuro, veneno que era camuflado dentro de las masas que ella les ofrecía. 
El 27 de Abril de 1979 la policía detuvo a la señora Yiya Murano en su hogar, en la calle México. 
En 1980 fue encontrada desmayada en el penal donde estaba presa en Ezeiza.
Poco tiempo más tarde se le extirpó un tumor y en el mes de Junio de 1982 el juez de sentencia Ángel Mercardo la absolvió de todos los cargos dejándola en libertad.
A mediados de 1985, en pleno juicio a los generales de la Junta Militar que habían gobernado a la  Argentina entre 1976 y 1982, Yiya había sido casi olvidada, hasta que volvió a ser condenada, aunque ella insistía sobre su inocencia.
Por reducción de la condena y la famosa ley del dos por uno, salió de prisión después de 16 años. 
Cuentan algunos que tuvo una muy breve relación amorosa con el ex presidente Arturo Frondizi.
En 2008 nuevamente volvió a tener  una denuncia en su contra, esta vez denunciada por su sobrina, quien decía que su tía la quiso envenenar con un plato de fideos con manteca, a los que les habría puesto veneno, aunque esto nunca se pudo comprobar.
Durante sus últimos años de vida, residió en el barrio porteño de La Boca donde falleció en Abril de 2014.
Carlos Robledo Puch había nacido el 22 de Enero de 1952 y fue apodado El Ángel Negro o El Ángel de la Muerte por los diarios nacionales.
Fue condenado por diez homicidios calificados, un homicidio simple, una tentativa de homicidio, diecisiete robos, una violación, una tentativa de violación, un abuso deshonesto, dos raptos y dos hurtos.
El día 15 de Marzo de 1971, Robledo Puch y su cómplice Jorge Ibáñez ingresaron al boliche Enamor en Olivos, llevándose $350.000 de la época.
Antes de huir, Puch asesinó al dueño y al sereno del establecimiento con una pistola Ruby calibre 32 mientras dormían.
El 9 de Mayo de 1971, a las cuatro de la mañana, Puch e Ibáñez ingresaron a un negocio de repuestos de automóviles Mercedes-Benz en Vicente López.
Al entrar en una de las habitaciones, encontraron a una pareja y a su hijo recién nacido.
Puch asesinó al hombre de un disparo e hirió a la mujer de la misma forma.
Ibáñez intentó violar a la mujer herida, quien sobrevivió y posteriormente testificó en el juicio.
Antes de huir con $400.000, Robledo Puch disparó a la cuna donde lloraba un bebé de pocos meses, quien logró quedar con vida.
El siguiente 24 de Mayo asesinaron al sereno de un supermercado en Olivos.
Por lo menos en dos ocasiones, a mediados de Junio de ese mismo año, Puch ejecutó en la ruta a dos jóvenes mujeres que habían sido abusadas sexualmente. Una de ellas pudo evitar ser violada por Ibáñez en el asiento trasero del automóvil.
El día 5 de Agosto, en circunstancias bastante dudosas, Ibáñez falleció luego de un accidente automovilístico.
Robledo Puch, quien conducía el vehículo, huyó ileso de la escena luego del accidente.
Hay quienes sospechan que en realidad se trató de un ajuste de cuentas.
Con la muerte de Ibáñez hubo un receso en la actividad delictiva de Robledo Puch, la cual retomó en Noviembre de 1971 junto con su nuevo cómplice, Héctor Somoza.
El 15 de ese mismo mes asaltaron un supermercado en Boulogne, acribillando al sereno con una pistola Astra Cádiz calibre 32 que obtuvieron pocos días antes en el robo a una armería.
Dos días después de este hecho, el 17 de Noviembre, irrumpieron en una concesionaria de autos y asesinaron al cuidador.
Pasada una semana, fue el turno de otra concesionaria en Martínez,
donde redujeron al sereno, le quitaron las llaves y robaron un $1.000.000.
Antes de huir, Puch remató a este  de un disparo en la zona occipital del cráneo.
El 1 de Febrero, Robledo Puch y Somoza ingresaron en una ferretería de Carupá, asesinaron al vigilante e intentaron abrir con las llaves la caja de caudales.
En una situación confusa donde aparentemente Robledo Puch se sobresaltó, asesinó de un disparo a Somoza.
Intentando dificultar la tarea de reconocimiento por parte de los investigadores policiales, tomó un soplete y quemó la cara del cadáver de Somoza.
Luego de abrir el cofre de caudales con el mismo soplete, recogió el botín y huyó de la escena.
Luego de una ola delictiva impresionante, fue detenido el 4 de Febrero de 1972, cuando recién había cumplido 20 años.
Fue juzgado y condenado en 1980, siendo sus últimas palabras ante el tribunal, "Esto fue un circo romano, algún día voy a salir y los voy a matar a todos".
En la actualidad, Carlos Robledo Puch continúa privado de su libertad en el penal de Sierra Chica.

Todo comenzó en el año 1982 cuando finalizaba la Guerra de Malvinas y ya estaba finalizando la última Dictadura Mililar de Argentina.
Fue en ese marco que Arquímedes Puccio, de profesión Contador Público y ex Diplomático, diseño un plan para hacerse de dinero, secuestrando empresarios que él conocía, o bien eran amigos de sus hijos,  cobrando un rescate para luego matarlos.
Arquímedes Puccio ya venía con antecedentes en este accionar, dado que había sido acusado de secuestrar a un empresario de Bonafide en el año 1973, pero fue sobreseído por falta de pruebas.
Para llevar a cabo su plan, se reunió con varios amigos, como Guillermo Fernández Laborda que era su amigo desde los años 70, Roberto Oscar Díaz que se desempeñaba como empleado en una concesionaria de autos, Rodolfo Franco un militar retirado con el rango de Coronel del Ejército y Herculiano Vilca de profesión albañil, el cual según se supo tiempo más tarde, fue quien acondicionó el sótano de la casa de Puccio, destinado a ocultar a las víctimas.
Este lugar tenía forma de  "L" y había sido ambientado como una cava de vinos, cuya puerta de acceso estaba tapada por un mueble de dos puertas, montado sobre ruedas.
Detrás de este mueble se encontraba una puerta que conducía a otra habitación, más pequeña y oscura, recubierta con papel periódico.
Había también un tacho metálico de pintura vacío con una tapa sobre uno de sus lados, que hacía las veces de un improvisado excusado, completando el mobiliario había una mesita y una sucia cama.
El día 22 de Julio de 1982, cometían su primer secuestro, el empresario de 23 años Ricardo Manoukian, al cual lo atrapan cuando salía de uno de los depósitos de los Supermercados Tanti, propiedad de su padre.
Su familia pagó u$s500.000 de rescate, pero el empresario no fue liberado y no volvieron a verlo nunca con vida.
Según fue probado posteriormente, el entregador de Manoukian fue uno de los hijos de Puccio, Alejandro, amigo personal del muchacho secuestrado, con el cual iban a todo tipo de fiestas juntos.
Mientras conducía por Avenida del Libertador, Manoukian observa a su amigo “Alex” Puccio haciéndole señas para que parara a conversar, así fue abordado por la fuerza, siendo llevado a punta de pistola a la casona.
Cuando el cuerpo de Manoukian fue encontrado tenía 3 disparos en la nuca, siendo asesinado el 30 de Julio de ese mismo año.
El 5 de Mayo de 1983 secuestran al Ingeniero Eduardo Aulet, quien acababa de recibirse recientemente, era casado, tenía 25 años y era también amigo de Alejandro Puccio, pues habían jugado al Rugby en el mismo equipo de San Isidro.
Es importante aclarar que el hijo de Arquímedes era un deportista famoso, había jugado en el Club Atlético San Isidro e integrado el equipo del Seleccionado Nacional de Rugby Los Pumas.
Aulet también fue asesinado, luego que su familia pagara un rescate de u$s100.000, pero su cadáver recién fue descubierto en 1987, enterrado en un campo de General Rodríguez.
El 22 de Junio de 1984, el empresario Emilio Naúm de 38 años, dueño de la conocida marca de ropa Mc Taylor, salía de su casa de Palermo Chico todos los días alrededor de las 10 de la mañana.
Cuando venía conduciendo su automóvil BMW, vio que Arquímedes Puccio le hacía señas para que se detuviera.

El empresario sin desconfiar de nada detiene la marcha de su vehículo.
El Clan lo había elegido como su próxima víctima para cobrar rescate, pero el empresario al darse cuenta de lo que estaba sucediendo, se resiste y lo matan de un disparo en el pecho.
El tiempo corría y la vida del Clan Puccio, estaba por llegar a su fin un año después.
El 23 de Agosto de 1985, la policía detiene a Laborde que junto con Arquímedes y su hijo Daniel Puccio se disponían a cobrar el rescate de la empresaria, Bollini de Prado dueña de una concesionaria Mitsubishi que había sido secuestrada y alojada en el sótano de la casona.
Cuando la encontraron en la casa de los Puccio, llevaba ya 32 días de cautiverio, muy desmejorada, pero sin embargo con su ayuda se pudieron aclarar los crímenes del Clan.
La residencia de los Puccio se conoció más tarde como la residencia del terror, donde el sótano que albergaba a sus víctimas presas, era de hormigón armado, para evitar que los ruidos pudiesen ser escuchados desde el exterior.
En esos años algunos vecinos recuerdan a Arquímedes como “EL LOCO DE LA ESCOBA" porque siempre lo veían barriendo a altas horas de la madrugada.
El Clan fue detenido, en él estaban también Silvia y Daniel Puccio, hijos de Arquímedes y Epifania Calvo su mujer, pero luego fueron liberados.
En esta causa trabajaron incansablemente las telefonistas de la vieja empresa ENTEL que lograron ubicar con métodos casi prehistóricos, los llamados salientes que se hacían desde un teléfono público de una confitería en Av. del Libertador.
De inmediato se le aviso a la Policía, quien cuenta sólo con orden de detener a quien hablase por teléfono en dicho bar, no se sabía si se trataba de una o diez personas, pero allí se detuvo a Arquímedes Puccio quien se encontraba extorsionando telefónicamente.
Este fue el punto de partida para aclarar las actividades de esta familia  y liberar a la víctima todavía viva, que se encontraba aún en el sótano.
Al ser indagado Alejandro Puccio declaró no saber de las actividades del padre, pese a vivir allí, pero a instancias de Aníbal Ibarra, en ese entonces Secretario de la Cámara del Crimen, se llevó a cabo el allanamiento de la casa de los Puccio y se estableció que ninguna persona que viviese en ese lugar podía ignorar los hechos que allí sucedían, razón por la cual el Clan Puccio terminó en la cárcel.
 

A principio de la década de los ochenta se escribió esta historia de muertes que fue tapa de diarios y revistas de la época.
Todos los noticieros le dedicaron minutos y minutos de pantalla a este caso.
Hace más de 35 años, los hermanos Sergio y Pablo Schoklender fueron acusados del asesinato de sus padres.
Sometidos a juicio y declarados culpables, el caso hasta nuestros días mantiene un montón de puntos oscuros.
El domingo 31 de Mayo de 1981, a las once de la mañana unos chicos jugaban en la vereda de la Av. Coronel Díaz dentro del barrio de Recoleta, uno de los más famosos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
En algún punto de sus juegos, uno de los niños notó que de un auto Dodge Polara estacionado en la calle, del baúl del mismo caía un delgado hilo de sangre.
Cuando la policía abrió el baúl, los oficiales encontraron dos cadáveres.
Eran un hombre y una mujer, ambos de unos 45 años, vestidos con pijamas y envueltos en una sábana blanca.
Habían muerto estrangulados y habían sido golpeados en la cabeza con barras de hierro.
Las víctimas eran Mauricio Schoklender, importante ingeniero industrial y su esposa Cristina.
La familia Schoklender pertenecía a la clase media alta de Buenos Aires.
Desde 1968, Mauricio trabajaba en Pittsburg y Cardiff, firma que representaba a grandes empresas bélicas de Europa.
La pareja tenía tres hijos: Sergio (de 23 años, cumplidos el día anterior al descubrimiento de los cadáveres), Pablo (de 20) y Ana Valeria (de 19).
Las autoridades trataron de comunicarse con los jóvenes pero sólo pudieron tomar declaración de la hermana menor.
Los mayores habían desaparecido, luego de haberle pedido u$s5000 a uno de los socios de su padre, diciendo que éste lo necesitaba.
Los hermanos viajaron a Mar del Plata dónde se instalaron temporalmente en el Gran Hotel Dorá donde finalmente se separaron.
La policía capturó a Sergio en el kilómetro 379 de la ruta 2, cerca de Mar del Plata.
A Pablo, lo encontraron en Ranchillos, localidad de Tucumán, dónde había comprado un caballo, siendo aparentemente su plan llegar a Bolivia.
Luego de ser arrestados, Sergio se declaró culpable de la muerte de sus padres y desligó a su hermano del caso.
Cuatro años después, el 12 de Marzo de 1985, la jueza Martha Leopardo lo condenaría a cadena perpetua y absolvería a Pablo.
Un año más tarde, la cámara de apelaciones rechazaría la absolución del segundo hijo de los Schoklender, pero éste habría desaparecido del país.
Recién el 14 de Mayo de 1994, la Interpol lo encontraría y arrestaría en la ciudad boliviana de Santa Cruz, bajo el nombre falso de Jorge Velázquez.
Mientras tanto, el mayor de los hermanos pasaría su sentencia en la prisión de Devoto, dónde ayudaría a formar un Centro de Estudiantes y a remodelar parte del penal para albergar una sede de la Universidad de la ciudad de Buenos Aires.
Él mismo estudiaría en dicha sede, abogacía, sociología y además psicología.
En 1993, Sergio formó íntima amistad con Hebe de Bonafini, figura líder de las Madres de Plaza de Mayo y dos años después, cuando su hermano entraba a prisión, logró obtener la libertad condicional.
Desde ese momento empezó a trabajar con las Madres, hasta llegar a ser uno de sus funcionarios más importantes.
Años después, Pablo también saldría en libertad condicional y se relacionaría también con dicha asociación.
Aunque la Justicia sometió a juicio a los hermanos y los condeno, estos mantuvieron una versión diferente.
Sergio afirmaría que su primera confesión habría sido obtenida bajo tortura, algo bastante posible en 1981, cuando Argentina estaba atravesando el infame Proceso de Reorganización Nacional.
Aún más, desde 1983 el mayor de los Schoklender, ha mantenido públicamente que los asesinos de sus padres fueron traficantes de armas amparados por el gobierno militar.
Cabe recordar que Pittsburg y Caddif cerraba tratos millonarios con gigantes bélicos como Thyssen durante la dictadura.
Ambos hermanos han declarado, también, que las relaciones dentro de la familia Schoklender distaban de ser idílicas.
Tanto Sergio como Pablo, argumentan que sufrieron maltratos a manos de su madre, la cual afirman que era alcohólica.