26 de junio de 2018

Verdad o fantasía - El Taxi - Breve relato.

La agitada noche del sábado se fue convirtiendo de a poco en la madrugada del domingo.
El taxista sabe que ya cerca de las cuatro, si bien aparecen viajes, el riesgo de estar en la calle por un montón de circunstancias es alto.
Automovilistas alcoholizados que emprenden alocadas carreras por las calles, pasajeros que suben a tu auto en mal estado y tantas otras hierbas, marcan mi límite.
Trabaje bastante bien si uno tiene en cuenta que es fin de mes, aunque en los últimos años todos los días parecen iguales.
Fue un mes duro para mí, el auto viene de problema en problema.
Primero fue el electro-ventilador que se quemó y hace unos días el aire acondicionado dijo basta y dejo de funcionar.
A esto también le sumo dos cubiertas nuevas que si o si le tuve que poner al auto.
El Fiat Siena 2011 hace un par de años que se tendría que haber jubilado,  pero una serie de problemas personales me impidió renovarlo.
Hoy para hacerlo, debería tener unos $350.000 en la mano o financiar parte de ese importe para acceder a un buen vehículo OKm.
Pero las cosas son como son y para mi es imposible pensar hoy en cambiar el auto.
Tratando de ir acercándome a mi casa y de esa forma cerrar mi jornada de trabajo, decidí tomar la Av. Independencia hacia Av. La Plata, estaba a unas seis cuadras.
A poco de hacerlo, un hombre alto, ligeramente encorvado y muy bien trajeado, me hace seña, naturalmente le paré.
Me llamo la atención que delante mío circulaban dos taxis también vacíos, pero el espigado pasajero que portaba un pequeño maletín no paró a ninguno de ellos.
Luego de saludarlo, le pregunte hacia donde viajaba, me dijo si podía llevarlo hasta la estación de trenes de Adrogue, obviamente mi respuesta fue sí.
Me preguntó cuándo saldría el viaje, le contesté rápidamente  que más o menos entre $600 y $650.
Para mí era un viaje bárbaro, el último de una larga noche de trabajo.
Casi de inmediato ni bien puse primera para salir, comenzamos a conversar, me pidió que lo llevara despacio porque estaba recién operado.
Me dijo que viajaba seguido al lugar de destino, que lo hacía siempre por la misma empresa de radiotaxis, pero esta noche no lo hizo porque había extraviado la tarjeta que le dieron.
Le ofrecí una de la radio que tiene mi auto,  le dije que tenía los teléfonos y también el número de mi celular.
Al hombre le pareció bien y me dijo que seguramente cuando tuviese algún viaje especial, me llamaría directamente a mí.
Mi interlocutor tenía una forma de expresarse patrimonio de un hombre culto, su charla era pausada y con palabras que expresaban sabiduría y a la vez tranquilidad.
Su cara era alargada, peinado hacia atrás, sus enormes ojos oscuros parecían querer atravesar sus pequeños anteojos redondos con marco metálico.
Hablamos de futbol y del país entre otras cosas.
Le conté sobre mi trabajo y mis desventuras con el auto.
Sobre esto último, no recuerdo bien  sus palabras, pero como que me dio a entender que seguramente lo resolvería a la brevedad.
Estábamos a escasas diez cuadras de nuestro destino,
cuando el dialogo que mantenía con el pasajero se cortó abruptamente.
Al mirar por el espejo retrovisor cono lo hice decenas de veces en el viaje, veo que la imagen de ese hombre se desvanecía lentamente hasta que deje de verla porque desapareció.
En ese instante mi cuerpo se paralizo, por momentos tuve la sensación que no coordinaba, decidí rápidamente estacionar para tranquilizarme.
Mire hacia atrás como buscando una explicación sobre lo que había pasado, explicación que no encontré.
Fume un par de cigarrillos mientras seguía estacionado en el lugar que frene, a unas cuadras de la estación.
Trate de recordar cada instante del viaje y cada palabra de aquel extraño pasajero, no halle nada que me llamara la atención.
Ya había amanecido completamente cuando decidí ir a mi casa a dormir.
Todo el camino de regreso miraba atrás como esperando no sé qué cosa, tal vez que mi pasajero apareciera de la nada, pero sabía que eso no pasaría.
Av. San Juan y Curapaligue, era mi destino, mi casa estaba a treinta metros de donde estacione el taxi.
Abrí la guantera para sacar, mis  documentos y los del vehículo.
Al hacerlo en ella encontré un sobre de papel madera cerrado pero con aparentemente papeles adentro.
No recordaba haberlo puesto en ese lugar y mucho menos, si en algún momento lleve a alguien adelante que pudiese haber guardado el sobre  allí.
La guantera la abro varias veces en el día, si el sobre estaba allí, me tendría que haber llamado la atención antes.
Con cuidado lo abro y para mi sorpresa, en su interior había dinero, siete fajos, todos con billetes de $500.
No lo podía creer, de donde había salido tanta cantidad de plata.
Cerré el sobre, tome los documentos, baje del auto, active la alarma y en segundos estaba en mi departamento donde vivo solo.
Abrí la heladera, me serví un vaso de gaseosa, encendí un cigarrillo,  estaba totalmente excitado y completamente traspirado.
Conté detenidamente cada uno de los siete fajos de dinero, la suma total que había en el sobre era $350.000.
Estaba confundido y me acosté a dormir, pero cuando me desperté, todo el resto del día pensé y pensé sobre lo ocurrido.
Pasaron los días y algunas semanas y todo me llevaba a aquella madrugada donde en Av. Independencia, tomo mi taxi aquel hombre mayor, ligeramente encorvado y bien trajeado.
No tengo ninguna duda que él, algo tuvo que ver con el sobre y el dinero que contenía.
Cambie el Fiat Siena  por un Renault Fluence, que me retorno las ganas de trabajar a full todos días. 
Pienso que aquel hombre que subió a mi auto, fue el medio para que tuviese otra oportunidad.
Muchas veces la suerte no me acompaño, pero tengo que reconocer que soy un especialista en hacer las cosas mal.
Pasaron los años y seguí buscando una explicaron.
Cada vez que paso por el lugar, miro a ver si esta ese Sr. mayor esperdo un taxi que lo lleve a algún lugar.  

21 de junio de 2018

La isla de la fantasía.


Es el título de la serie de televisión estadounidense trasmitida por la cadena ABC entre 1977 y 1984.
Originalmente se televisaron dos películas donde el Sr. Roarke y Tattoo tenían papeles menores. Entre 1978 y 1984, la serie fue protagonizada por el actor mexicano Ricardo Montalban como el Sr. Roarke, enigmático anfitrión de una isla misteriosa en algún lugar del océano pacifico, donde la gente piensa cumplir sus fantasías sin importar su índole, previo pago de u$s 50 000 y a condición de que no revelarán nada acerca de su visita al lugar.
Roarke fue conocido por su famoso traje blanco y modales refinados e inicialmente estuvo acompañado por su enérgico asistente, el pequeño "Tattoo" (Herve Villechaize) quien acostumbraba anunciar la llegada de los visitantes con su frase "¡el avión, el avión!" mientras repiqueteaba una campana.
Luego se uniría una chica de nombre "Julie" (Wendy Schaal) y finalmente "Tatoo" sería reemplazado en 1983 hasta el final de la serie en 1984 por "Lawrence" (Christopher Hewett). 
Al momento de la llegada del hidroavión  a la isla, los huéspedes desembarcaban y Roarke le explicaba a Tattoo la fantasía de cada uno de ellos.
Si bien en las primeras películas Roarke tenía un carácter casi malévolo, en las series es más benevolente aunque un tanto sobrenatural sin que se llegue a explicar el origen de sus aparentes poderes. 
Las fantasías a veces incluían un riesgo para la vida del visitante, pero siempre al final Roarke llegaba al rescate. 
Salvo algunas ocasiones, nunca se permitía que los visitantes se quedaran en la isla una vez cumplidos sus deseos.

14 de junio de 2018

LAS FONDAS y LOS BODEGONES, DOS SITIOS CON DESTINOS DIFERENTES.


El paso del tiempo, implacable y poco agradecido, de a poco hizo desaparecer las típicas fondas de los barrios.
En Capital Federal, como también en la Provincia de Buenos Aires, eran lugares muy sencillos donde concurrían a almorzar los trabajadores de las fábricas y talleres de la zona.
Por las noches si alguien del barrio quería comer algo, los dueños de estos sitios les daban el gusto y los atendían.
Muchas de ellas pintorescas, no tenían gran variedad de comidas, generalmente alguna comida a la cacerola, las pastas, el bife de costilla, las milanesas y ahí pará de contar.

Contrariamente a la suerte que corrieron las fondas, los bodegones son una propuesta gastronómica que tiene un público en ascenso. 
Que lindo era comer en los bodegones, esos viejos reductos que elegían nuestros padres y abuelos a la hora de almorzar o cenar bien.
Desde aquel entonces los años fueron pasando, pero los bodegones siguen diciendo presente en distintos barrios porteños. 
El éxito de estos lugares siempre estuvo basado en las porciones abundantes, los precios accesibles y la excelente atención de esos mozos súper profesionales que acumulaban en sus cabezas decenas de pedidos.
Su público era y por suerte sigue siendo la  familia, que es la que por sobre todas las cosas quiere comer bien.
A la hora de elegir comer unas buenas rabas, papas fritas abundantes, una milanesa gigantesca, un buen bife de chorizo, el clásico revuelto gramajo o simplemente pastas caseras siempre hay alguien que elige un bodegón.

13 de junio de 2018

LAS HISTORIAS DEL TIO.

 LAS HISTORIAS DEL TIO.
Como dice la diva de los almuerzos, el público se renueva.
Por eso quería volver a publicar de otra forma, algunas historias que contaba el tío de estos personajes de los años setenta.
Para comenzar quiero contarte que el tío Guillermo era un tipo imperdible, alto como de un metro noventa largos, cabello y barba blanca, anteojos negros, gorrita con visera, vestía siempre con indumentaria de trabajo.
Era una persona culta con amplios conocimientos de todo, con el podías hablar de cualquier cosa durante horas, que siempre de esa charla salía algo que te terminaba enriqueciendo.
Técnico en refrigeración y con amplios conocimientos del mundo de la mecánica, sobre esos temas podía dar cátedra durante horas.
Lo recuerdo siempre cuando se sentaba a comer en una mesa, era increíble la cantidad de comida que podía alojar en el estómago.
A la hora de comer helado, tranquilito, podía  entrarle a más de un kilo él solito si había.
Pero lo que siempre voy a recordar las historias que contaba, algunas de su juventud, que lo tenía de protagonista, y otras de personas que conocía.
Historias contadas al mejor estilo de Landrisina pero con acento bonaerense, que te atrapaban por más que las hubieses escuchado más de una vez.
Hechos que habían ocurrido porque había testigos y otras que nunca sabremos si pasaron o no, pero lo importante era la historia y como la contaba.
Te cuento estas cuatro,  espero te gusten porque contadas en unas pocas líneas no tienen punto de comparación con la gracia que el tío Guillermo le ponía a su relato.
LOS HERMANOS DIMONGELLO Y EL PINO.
Los hermanos Dimongello eran dos vagos borrachines que andaban dando vuelta siempre por la zona de Turdera.
Eran bastante pintorescos y se parecían a Laurel y Hardy o si te gusta más al gordo y el flaco.
Los tipos andaban siempre con ropa de trabajo y herramientas en mano por si pescaban una changa para hacer.
Muy cerca de la estación de trenes de Turdera, vivía una gente de muy buena posición económica que tenían una casa muy bonita, pero que era tapada por dos enormes pinos que se encontraban en el jardín.
Estos vecinos le pidieron a los hermanos Dimongello que sacasen uno de estos árboles como fuera, dado que se estaban transformando en algo incontrolable.
Así fue que una mañana bien temprano los hermanos Dimongello se acercaron a la finca y se dispusieron a comenzar el trabajo encomendado. 
Luego de varios minutos intercambiando ideas entre ellos sobre cómo era la mejor forma de sacarlo, arribaron a la conclusión que pese a los riesgos había que voltearlo de una.
Para ello el flaco subiría al pino y a tres cuartos del mismo le ataría una soga para que una vez abajo el comenzara a tirar de la misma hacia afuera y el gordo comenzara a hachar el tronco del árbol.
Y así fue, el flaco como un gato trepo por el pino, le ató una gruesa soga al tronco y volvió a bajar.
Ya en el piso, retrocedió unos metros y se ató la soga a su cintura haciendo un par de fuertes nudos, y tomando aire comenzó a tirar del enorme árbol.
Complementando esta acción el gordo le comenzó a dar duro al tronco con un hacha gigantesca que tenía y que aparentemente manejaba como un profesional.
Hasta ahí y pese a los riesgos tomados parecía una estrategia casi perfecta, a no ser que por un error en el sitio donde el gordo debía hachar, el árbol en vez de caer hacia afuera se derrumbó sobre la casa, y el flaco que estaba atado al mismo de un latigazo termino también sobre el árbol que destruyo todo el frente y el techo de la edificación.
Los dueños de la casa que estaban adentro, salieron corriendo asustados por el estruendo y el temblor, mientras ardían en su calentura no sabiendo que hacer.
Comenzaron puteandolo al gordo en varios idiomas hasta en Japonés, y siguieron tratando de ver que había pasado con el flaco del que solo sentían sus quejidos.
Una vez que lo ubicaron llamaron a la ambulancia que lo trasladó con algunas costillas rotas, todo golpeado y raspado hasta el hospital de Adrogue. 
El pobre gordo como pudo trató de explicar lo sucedido, pero resulto insuficiente y los dueños llamaron a la policía.
El grueso trabajador terminó en cana y luego de unos días salió y se tuvo que ocupar del flaco que estuvo como un mes internando. 

LOS HERMANOS DIMONGELLO Y EL TUNEL PARA LOS BORRACHOS.
Em otra oportunidad, los hermanos Dimongello fueron contratados para hacer un túnel.
Esta historia comienza cuando el dueño de un boliche que estaba sobre la Avenida Hipólito Irigoyen a la altura de Turdera, un día para hacerles una broma, los contrató para que hicieran un túnel por debajo de la mismísima avenida.
La idea que el bolichero les había vendido a los hermanos Dimongello, era que el túnel una vez finalizado, salvaría la vida de los borrachos que por las noches al salir del Bar eran atropellados por los autos que pasaban por la avenida.
Al día siguiente a primera hora de la mañana, los nobles y trabajadores hermanos Dimongello comenzaron a hacer un pozo en el lugar marcado la noche anterior para de esa forma comenzar a realizar el túnel.
Los tipos que estaban tomando café y alguna ginebrita en el bar no podían creer lo que están viendo, los hermanos parecían topos trabajando a máxima velocidad y sin pausa.
Todo esta bien hasta que pasó el patrullero que estaba haciendo una ronda, los policías al ver que algo raro estaba pasando, decidieron parar y preguntarles que estaban haciendo.
Una vez interrogados los pobres hermanitos fueron llevados hasta la comisaria, seguramente porque los policías pensaron que estaban pasados de vino y decían cualquier estupidez.
Los parroquianos del boliche no paraban de reírse y le contaban a todo el mundo lo que había pasado.
Al día siguiente los Hermanos Dimongello volvieron a la calle y recibieron de parte del dueño del boliche que los había contratado, una buena propina por los servicios prestados.
El cantinero era un tipo con códigos y los Dimongello unos tarados totales. 

EL TANO Y EL TRAVESTI.
El tano Capchi era otro de los personajes favoritos del Tío Guillermo a la hora de contar historias,  y en particular esta.
El tano Capichi al igual que el tío, era también técnico en refrigeración pero hacia solamente heladeras familiares.
Bien tanito, Capichi era gordito y cortito como de un metro sesenta, pelado y con los cachetes colorados, caminaba ligerito y con la perita bien arriba como  para parecer más alto.
A principio de los años 80 vivía en Adrogué y su clientela estaba por lo general en esa zona, no recuerdo bien verdaderamente como se llamaba pero todo el mundo le decía Capichi que en Italiano significa “entendiste”
Calculo que esto viene porque cuando hablaba y te contaba algo, cada tanto decía CAPICHI?, preguntando si habías entendido.
Hablaba entremezclado, Castellano e Italiano cerrado, en un dialecto Napolitano que no se entendía ni medio. 
En esos años en las cercanías de puente de Turdera en la Av. Pavón que cruza la estación de trenes,  por la noche paraban algunos travestis que naturalmente ofrecían sexo, y el tano Capichi los veía a diario.  
Era una época todavía bastante jorobada para ese trabajo pero los nobles trabajadores se la jugaban, y casi todas las noches estaban en las inmediaciones del puente.
El pobre tano era víctima de todo tipo de cargadas y bromas porque en algunas cosas era medio inocente, salvo a la hora de cobrarte un trabajo porque literalmente te arrancaba la cabeza.
Aunque parezca mentira el que más lo gastaba era el ayudante que tenia que se llamaba Gomita.
El tano, llueva, truene, con cero grado o con cuarenta lo pasaba a buscar todas las mañanas por la casa para luego ir al taller que estaba por la calle Frias en Turdera.
Capichi no tenía otra opción porque si no lo pasaba a buscar, Gomita no concurría a laburar, el tipo era un vagoneta de aquellos.
Gomita era terrible, tenía una destreza única para hacerlo calentar al tano, y en unos pocos segundos con cualquier pavada lo hacía levantar presión y lo dejaba al borde del ACV.
Capiche llegaba a la casa, le tocaba el timbre y casi a diario se producía el siguiente dialogo:
De adentro se escuchaba, QUIEN ES?
El tano le gritaba, CAPICHI.
Gomita respondía,  QUIEN ES?
El tano volvía a gritar, CAPICHI.
Nuevamente se volvía a escuchar, QUIEN ES?
El tano reventaba mal y gritaba como un  condenado, MA CAPICHI CARACO.
Gomita se asomaba a la puerta y le decía, HOLA CAPICHI CARACO, YA SALGO.
El tano se quedaba puteando y murmuraba, MA E PROPIAMENTE UNA BESTIA, MANYA PASTO E CAGA BOSTA.
Capichi tenía un fitito nuevito que había comprado para pasear con la tana de la mujer, y en él se trasladaba todos los días al taller de refrigeración.
Ahí lo dejaba y  sacaba una camioneta vieja con la que hacia los service y retiraba las heladeras para reparar.
A la noche finalizada la jornada laboral entraba la camioneta, sacaba el fitito, lo dejaba a Gomita en la casa y él marchaba a la suya.
Pasaba naturalmente por la zona de los travestis, pero él estaba convencido que eran mujeres porque así se lo hicieron creer los muchachos del bar donde paraba.
Al tano se la hacía agüita en la boca cuando pensaba en tener una aventurita con esas infernales mujeronas, pero no se animaba a encararlas.
Esto se lo contaba a la muchachada del boliche donde paraba a almorzar todos los días, y estos lo alentaban para que el tano encarara.
Naturalmente el que más le calentaba el balero y lo pinchaba permanentemente para que levantara a alguno era Gomita.
Una noche de invierno, como tantos otros días ya de vuelta del taller, el tano cruza el puente, y allí estaban los travestis, toma coraje y para casi desesperadamente. 
Rápidamente se le acerca una de la supuestas trabajadoras sexuales, se le apoya en la puerta que tenía la ventanilla abierta y arreglan el precio en segundos. 
El tano más que apurado le abre la puerta del Fiat 600 y la supuesta mujer sube al auto dispuesta a brindarle sus servicios al noble Italiano. 
Contaba el tano que la notaba un poco grandota y con voz media gruesa, pero su instinto depredador no tenía freno y le dio para adelante.
Acordaron en ir a un telo de los que abundaban por Pasco al fondo a la altura de Solano, y hacia ahí marcharon  el tano y su ocasional,  entre comillas compañera.
En el viaje Capichi levantaba lentamente temperatura y comenzó a acariciarle la pierna a su acompañante, y lentamente llego hasta la zona buscada pero que terminaría siendo causante de un profundo conflicto.
Producido este hecho, inmediatamente noto que algo raro pasaba, había algo que no debía estar allí, cambio de color abruptamente, pasando del colorado que lucía siempre en los cachetes al blanco como las heladeras que arreglaba.
Saco su mano rápidamente y la miro fijo a los ojos a la supuesta mujer y con voz firme le dijo, MA VOS NO SO NENNA, SOS NENNE, DESGRACIATO, DEGENERATO, y no sé cuántas cosas más le despacho el tano montado en cólera.
Velozmente en el primer semáforo,  paro el fitito a un metro del cordón de la vereda, abrió la puerta y comenzó empujarlo al travesti para que bajara mientras este también le disparaba una catarata de insultos.
Finalmente de tantos empujones el travesti bajo del autito, y entonces se le paro frente al coche y se lo empezó a patear por todos lados.
Primero el frente, luego por los costados, los enormes zapatos con taco impactaban sobre el fitito por todos lados, el tano gritaba pero no arrancaba porque el semáforo estaba rojo.
Finalmente cambio a verde y pudo salir mientras le gitaba, MALEDITO, MALEDITO, MA NO TENE VERCUENZA.
El tano estaba desesperado porque se imaginaba como le había quedado el auto, en la cuadra siguiente había una estación de servicio, ahí paró, se bajó y casi le da un infarto.
El pobre autito había quedado como si lo habrían agarrado a martillazos, no había un lugar que se hubiese salvado. 
Totalmente destruido el tano pego la vuelta para dirigirse a su casa, vuelve a pasar por la zona de los travestis, saca la cabeza por la ventanilla, para el auto y le dice a uno de ellos que lo miraba y no entendía nada, DECILE A TU AMICA QUE ES UNA ESTAFATORA, PORCA MISERIA, y no sé cuántas cosas más.
El travesti respetuosamente lo miraba y pensaría que el pobre tipo se había vuelto loco.
Se podrán imaginar cuando al día siguiente contó lo sucedido a los muchachos del boliche cuando fue a almorzar, creo que todavía se están matando de risa con la aventura del tano y el travesti. 
Naturalmente quien era el que más se reía y festejaba la desventura del pobre tano, GOMITA.   

EL TANO ALMACENERO. 
Hace muchísimos años, yo diría mas de cuarenta, en Adrogué había un almacenero Italiano que lo habían robado mas de una decenas de veces. 
Un día como lo hacía siempre a las ocho de la mañana, abrió el negocio y a media mañana el almacén estaba lleno de gente.
A las doce del mediodía como sucedió tantas veces, ENTRARON DOS TIPOS A ROBAR.
Armados ambos ladrones, apuntaron a todo el mundo y lo encañonaron al Italiano mientras le decían, "DANOS TODA LA GUITA PORQUE SI NO LOS BOLETIAMOS A TODOS"
El asustado almacenero que atendía la fiambrería junto a su hijo,  le decía a los chorros en su pésimo castellano: "MA NO TENGO PLATA, NO HE VENDITO NATDA, NI MICAJA TENGO, BAYASE A SU CASSA"
Los chorros que ya estaban largo rato en el boliche, le dieron el ultimátum al almacenero y le dijeron, "MIRA TANO MISERABLE  DANOS TODA LA GUITA PORQUE TE HACEMOS BOLETA, A VOS Y A TODOS ESTOS, NO TE HAGAS EL PELOTUDO"
La poca gente que se animaba a hablar decia, "DON NICOLA LARGUE LA PLATA, NOS VAN A MATAR A TODOS"
El almacenero viendo que había agotado todas sus palabras sin convencerlos dijo, "MA TOMA TODO, NO TENGO UNA MONETA MAS"
Los tipos agarraron la guita y se fueron mientras  el almacenero mirando a los que estaban en el negocio les dijo, "MA, NON SE COMO SEANO DADO CUENTA QUE SO TALIANO, PARA MI E UNA BATITA"
La gente que estaba en el comercio aunque asustada por lo que les había tocado vivir, se comenzó a reír sin parar.
El tano junto a su hijo estaban casi desmayados por toda la guita que le sacaron los chorros. 
EL GANGOSO.Contaba el Tío Guillermo que a principio de los 60, había un muchacho de unos veinte años gangoso, que vivía en un barrio a pocas cuadras de la Estación de trenes de Remedios de Escalada.
El tipo todos los días iba a comprar los cigarrillos siempre al mismo kiosco, UN ATADO DE FONTANARES y FOSFOROS DE MADERA.
La kiosquera lo tenia de hijo al pobre gangoso, gastándolo permanentemente "mal", diciendo que no entendía lo que decía.
"Mala mina" y por lo que contaban, una persona bastante desagradable CON TODAS LAS LETRAS, porque el muchacho siempre compraba lo mismo, los cigarrillos y una cajita de fósforos Fragata.
Un día el muchacho como lo hacia siempre va al kiosco, el cual estaba lleno de gente.
Entró y como la mujer sabia que solamente compraba cigarrillos, para agilizar lo encara y se produce  el siguiente dialogo:
K: Hola como estas !!!, que vas a llevar?
G: JONTANARE y JOJORO.
K: Discúlpame, no te entiendo.
G: JONTANARE y JOJORO.
K: Háblame mas claro que no te entiendo!!!
LA GENTE QUE ESTABA EN KIOSCO SE REÍA DEL POBRE TIPO.
EL GANGOSO ESTABA QUE REVENTABA, ENTONCES SE LE ACERCA A LA KIOSQUERA Y LE DICE NUEVAMENTE,  MUY CERQUITA DE ELLA.
G: JONTANARE y JOJORO.
K: Mil disculpas, pero no te entiendo.
EL GANGOSO REVIENTA MAL.
G: Ecime quere c_ _ er ? (No hace falta aclarar nada)
K: Nooooooooo - Sos un gangoso mal educado!!!
G: Endonce, JONTANARE y JOJORO. 
La kiosquera se puso roja, violeta y de todos los colores, le dio los cigarrillos y no sabia como hacer para mirar a la gente que estaba en el negocio.
Esa fue la ultima vez que gastó al gangoso que siguió comprando ahí los fasos hasta que se dejaron de fabricar. 

EL REPORTER ESSO.

En la actualidad existen un número importantísimo de noticieros en nuestra TV.
Los clásicos de los canales de aire y algunos emblemáticos en los canales de cable.
En la televisión de la década del sesenta, hubo uno que marco una diferencia sobre los otros y fue EL REPÓRTER ESSO.
Fue el nombre usado por varios noticieros de radio y televisión patrocinados por la compañía internacional petrolera EASTERN STATES STANDARD OIL (ESSO), muy popular en Sudamérica entre las décadas del cuarenta y noventa.
Fue el primer noticiero de un medio privado en emitirse por televisión, en este caso en lo que era Teleonce de Buenos Aires, actualmente Telefe, siendo conducido por el locutor y periodista Armando Repetto.
Sus emisiones comenzaron el lunes 11 de marzo de 1963, convirtiéndose rápidamente en todo un modelo de producción, realización y equilibrio, sobre todo a partir del cuidado de emitir sólo aquellas noticias que habían sido previamente confirmadas en su totalidad.
Con apenas 15 minutos de duración, fue también un ejemplo de concisión informativa pasándose a emitir en los años 90 por canal 9.
En radio, bajo el lema de "campeón del aire" y con el apoyo de UNITED PRESS INTERNATIONAL, estuvo presente en LR3 Radio Belgrano con dos horarios dominicales, 12:30 horas y 22:55 horas junto a las ediciones tradicionales de lunes a sábado de las 8:00, 13:30, 19:00 y 22:55 más la de las 21:55 los días  sábados.
LLIBRO DE VISITAS.

INOLVIDABLE.


Así como el Tocadiscos Winco hizo historia, el querido y recordado Grabador Geloso también.
En 1931 nace la fábrica Geloso siendo su único dueño John Geloso.
En poco tiempo se trasforma en una compañía productora de radios, televisores, amplificadores y grabadores, incluyendo todos los componentes electrónicos sueltos de cada aparato que  vendían.
A partir de 1950, la marca pasó a ser una de las más exitosas y reconocidas de la industria, esparciéndose rápidamente por todo el mundo.
Cuando la línea Geloso llego a la Argentina con todos sus productos, fue el grabador a cinta lo que más se vendió en esos años.
Fue la familia y principalmente la juventud que lo adopto como el todo terreno de la música.
Era de tamaño reducido y se podía transportar con facilidad y gracias a su micrófono, los muchachos y chicas de la época grababan por primera vez sus canciones, inclusive los temas de la radio.  
Después de más de cuarenta años, en 1972 la fábrica cerraría para siempre sus puertas.
La competencia, problemas gremiales, la llegada del casette y la transformación de los equipos, fue la sentencia final para la desaparición de la empresa.
LIBRO DE VISITAS.