5 de febrero de 2013

El circo.


Para mí con 54 años el circo ha sido desde siempre una forma de diversión, la cual pese al correr de los años se mantiene vigente en mi vida.
La palabra circo procede del Latín Circus y designaba al escenario Romano donde se originaron muchos de los números que pueden verse hoy en una función circense.
En los circos de hace treinta o cuarenta años cuando yo era chico o adolescente, eran todos mas o menos similares con un repertorio de números clásicos en todos ellos, las acrobacias a caballo, las cabalgatas, la  actuación de los elefantes, perros y otros animales amaestrados.
El domador de leones y tigres siempre era uno de los números que se esperaba con mayor expectativa.
Los acróbatas, equilibristas y trapecistas eran un clásico en todo buen circo y era la hora donde la piel se te erizaba ante estos peligros números.
Los magos y payasos forman parte de la mayor tradición circense y atraian  de igual forma a chicos y grandes.
Con el correr de los años y por la intervención en el mundo de sociedades protectoras de animales, en muchos países los números donde intervenían estos, están prohibidos y de esa manera fueron transformándose los formatos de los circos, demandando una mayor creatividad de parte de los empresarios circenses.
En algunos países del mundo como Rusia y China, los circos tienen una subvención del estado y es una actividad de gran arraigo popular.
He tenido la suerte de concurrir a la carpa en su visita a la Argentina de uno de los circos más importantes del mundo como  el Sarrasani.
Me van pasando los años, pero cuando veo una carpa de un circo enseguida comienzo a averiguar los días y horarios de las funciones.