Quiero compartir con todos aquellos que ingresen a este espacio, un montón de recuerdos que son parte de mi niñez, adolescencia y juventud.
Recordaremos juntos de esos años 60, 70 y 80:
Las series y programas de televisión y sus actores
El cine y el teatro
Los automóviles
La música y sus intérpretes

Los deportes y sus protagonistas
La ciudad y nuestro barrio
Sitios de esparcimiento y diversión
Sucesos históricos

Costumbres de la época
Historias y personajes
……entre otras cosas.


19 de septiembre de 2012

¿TIRAR MANTECA AL TECHO?

Los muchachos bolicheros de todos los tiempos siempre apelaron al ingenio para divertirse gratis.
Hay una expresión popular que mil veces hemos escuchado y utilizado en alguna ocasión, “TIRAR MANTECA AL TECHO”. ¿De donde viene esta expresión?
Cuentan que allá por los años 20 la muchachada de los bares y cafés porteños,  arrojaban  con los cubiertos un poco de manteca a los techos.
La idea era realizar competencias, para ver quién era capaz de dejar pegados más pedazos de manteca o cuál de ellos se mantenía adherido por más tiempo al castigado techo.
También gozaban cuando algún fragmento grasoso de este producto se despegaba y caía sobre algún cliente que cuando advertía lo que pasaba les dejaba un rosario de puteadas.
Nosotros allá por los años 70 nos divertíamos de manera una tanto más inofensiva tratando de no jorobar a nadie, bueno, a casi nadie.
Eran otras épocas y si en un bar hacías lió o te pasabas de rosca te agarraban  a patadas en el trasero.
Recuerdo siempre una broma que le hacíamos a los mozos que atendían, luego de pagar y a la hora de dejar la propina.
En esos años la gran mayoría que fumaba usaba fósforos, la carterita, la fragata que eran fósforos de madera y los de cera.
Estos últimos los encendíamos y derretíamos la cera en la mesa sobre la cual posábamos las monedas que dejábamos de propina, las cuales quedaban  adheridas firmemente sobre ellas.
Cuando nos  íbamos y el mozo retiraba lo que había quedado sobre la mesa, quería levantar las monedas que dejábamos,  y no podía.
Bueno, este improvisado pegamento no era la gotita de hoy, con un poco de esfuerzo las terminaban despegando.
Naturalmente esta situación motivaba la risa de todos y naturalmente la nuestra también.