Quiero compartir con todos aquellos que ingresen a este espacio, un montón de recuerdos que son parte de mi niñez, adolescencia y juventud.
Recordaremos juntos de esos años 60, 70 y 80:
Las series y programas de televisión y sus actores
El cine y el teatro
Los automóviles
La música y sus intérpretes

Los deportes y sus protagonistas
La ciudad y nuestro barrio
Sitios de esparcimiento y diversión
Sucesos históricos

Costumbres de la época
Historias y personajes
……entre otras cosas.


25 de septiembre de 2018

BUENISIMO,

Fuente: INFOBAE.
Tom Hanks y el inesperado éxito de ventas de las antiguas máquinas de escribir.
Por Cathy Free.
25 de septiembre de 2018.  

Paul Schweitzer, de 79 años y propietario de Gramercy Typewriter Co, aún sigue arreglando máquinas de escribir en Manhatta (Cortesía de Jin Schweitzer).
En una era donde glorificamos la velocidad y donde casi todos llevan una computadora en el bolsillo, sorprende encontrar en Nueva York a Paul Schweitzer llenando una bolsa con herramientas de su oficio -cintas de máquina de escribir, alicantes de punta fina- para atender llamadas de emergencia para arreglar máquinas de escribir.
Estos aparatos vintage están volviendo gracias a los jóvenes que aprecian las máquinas, de la misma manera que lo han hecho con los vinilos o los tocadiscos. Celebridades, incluyendo el actor y apasionado de la máquina de escribir Tom Hanks, escritores, coleccionistas y cualquier persona que quiera tener un recordatorio de tiempos más simples han sido la clave del éxito de Schweitzer en Gramercy Typewriter Co, una tienda iniciada por su padre, Abraham Schweitzer, en 1932.
A principios del 2000, Schweitzer vendía 10 máquinas de escribir al mes. En los últimos años, ese número se ha disparado a alrededor 60 al mes, gracias a los millennials que han estado adquiriendo estos aparatos y que han hecho uso del servicio técnico.
"En los últimos cinco o seis años, he visto un gran interés en las máquinas portátiles", comentaba Schweitzer, de 79 años, acerca de su negocio, ubicado en la Quinta Avenida, donde se encuentra el icónico edificio Flatiron.
Paul Schweitzer ha visto un aumento en las ventas de las máquinas de escribir en los últimos años (Jin Schweitzer)
Durante la época navideña del año pasado se vendieron 110 máquinas de escribir, a un costo de entre USD 195 y USD 595 cada una, como regalos para niños y adultos. Esperan ver ventas similares para este año.
"¡La gente los ama!", exclama. "Nos llevan de vuelta al pasado a un ritmo más lento y más tranquilo", agrega.
Hubo un tiempo en que Manhattan se convirtió en el hogar de cientos de tiendas de máquinas de escribir, aunque ahora solo hay puñado. Solo hay unos 250 talleres de reparación de costa a costa. Ahora que se acerca a los ochenta años, admite que siente la obligación de estar al frente de este oficio el mayor tiempo posible, tal y como lo hizo su padre después de iniciar el negocio familiar durante la Gran Depresión.
"En estos momentos, hay una gran demanda por lo que hacemos", indicó Schweitzer, que usa un delantal negro con camisa y corbata para siempre estar listo para atener las llamadas de emergencia en su oficina.
"Justo el otro día, un hombre entró con su hijo de 12 años. El niño quería una máquina de escribir. No una computadora. Una máquina de escribir. Quería escribir notas a sus amigos", relataba.
Él cuenta que la gente se sorprende cuando sabe que aún agarra el maletín para atender las llamadas de las oficinas de Manhattan que aún conservan máquinas de escribir.
"Se acabaron los días en que una compañía de seguros tenía que limpiar 200 máquinas a la vez, pero todavía podrían quedar unas 15 o 20. Me es gratificante ayudar a mantener estas máquinas en funcionamiento".
Su negocio es uno de los 250 que aún quedan en todo Estados Unidos (Jin Schweitzer)
Schweitzer destaca los modelos de Smith-Corona o IBM Selectric que aún funcionan muy bien. Uno de sus clientes más leales es el actor Tom Hanks, que tiene una gran colección de máquinas de escribir, no solo para decorar una oficina, sino también para escribir cartas, memorandos de películas, recordatorios y otras cosas.
"Paul vende herramientas, no juguetes. Sus máquinas de escribir funcionan y están destinadas a ser usadas", escribió la estrella de Hollywood en un correo electrónico enviado a The Washington Post.
Hanks dijo que le gusta la permanencia y la naturaleza táctil de la máquina de escribir.
"Las máquinas de escribir son como pianos: objetos de traducción que los artistas usan para crear paisajes de ensueño y los compradores lo usan para hacer listas de la compra", agregó Hanks. "La diferencia es que todo lo que escriba existirá físicamente durante siglos".
Cuando Hanks está en Nueva York, agregó Schweitzer, "va a la tienda y se relaja durante un rato probando algunas de las máquinas".
El actor, que recientemente interpretó al editor de The Washington Post Ben Bradlee en The Post, se llevó a casa una Royal con una gran tecla que decía "The Post".
Schweitzer vendió unas 25 máquinas de escribir antiguas, manuales y eléctricas, al director de cine Steven Spielberg, quién más tarde entregó a parte del elenco y del equipo como regalos de "agradecimiento".
"Emparejó las máquinas de escribir con las personas del set y envió una nota personal de 'agradecimiento' a cada uno como un regalo único", dijo Jay Schweitzer, hijo y socio comercial de Paul Schweitzer. "Lo ayudamos a hacer la mejor combinación".
Hacer coincidir una máquina de escribir con una persona es una de las habilidades más perfeccionadas de Paul Schweitzer.
Solo hace falta preguntar a Michael Leslie, uno de sus clientes. Hace dos meses, durante una visita a la tienda de Schweitzer, Leslie vio un elegante modelo con un acabado de color arena.
"Guau, ¿Qué es esto?", le preguntó el diseñador de apartamentos de Nueva York a Schweitzer. "Nunca he visto algo así".
La máquina de escribir era un extraño modelo Facit de principios de la década de los sesenta. No fue hasta un tiempo más tarde que Schweitzer le confesó a Leslie que había estado guardando esta máquina para él, ya que sabía que emparejaría perfectamente con él.
"Quería que lo encontrara por mí mismo. Fue un golpe de gracia: amor a primera vista. Paul sabía exactamente lo que necesitaba", relataba Leslie, de 62 años.
Paul Schweitzer llevó por primera vez a su hijo Jay a la tienda cuando tenía 7 años, y pasaron varios veranos juntos en el negocio.
"Mi padre me dijo: 'No te sentarás a mirar la televisión todo el día, vas a venir conmigo", recordaba Jay, de 50 años, que ahora va a trabajar con traje y corbata como su padre.
Actualmente, todos los días, padre e hijo miran pacientemente bajo las teclas y la maquinaria de las antiguas Underwoods, Royals, Olivettis y Smith-Coronas, traídas por clientes porque una tecla se ha quedado trabada o porque una cinta no funciona bien.
Los Schweitzer tienen muchas piezas para reparaciones ya que según explica Paul, él compró los inventarios de casi todas las tiendas de máquinas de escribir de Manhattan, cuando se cansaron de competir en un mundo de alta tecnología y cerraron sus negocios.
Pero Schweitzer no lo hizo. Él apostó al encanto duradero de la máquina de escribir. "Tenía una corazonada", subraya. 
Me hace recordar las clases de mecanografía cuando estudiaba en la secundaria, tratando de escribir al tacto en las maquinas OLIVETTI.

LA ESCUELA INTEGRAL GABRIELA MISTRAL – “La Aida” – Un recuerdo permanente

En Lomas de Zamora y Banfield con la puesta en marcha del Ferrocarril del Sud, se comenzaron a construir muchas casonas en grandes predios que se fueron coonvirtiendo en casasquintas.
La gran mayoría de ellas pertenecían a personas que Vivian en lo que en ese entonces era la capital federal, que tomaban estos lugares como casas de fin de semana para la recreación y veraneo.
Lo que a continuación te relato, en un punto tiene que ver con esa historia.
Nací en Lomas de Zamora como ya conté hace 60 años, cerca del Club Atlético Lomas.
Desde siempre me llamó la atención un lugar que denominaban la casa-quinta LA AIDA.
En 1964 comencé la primaria en la escuela Nro. 20 Domingo Faustino Sarmiento de la calle Viamonte entre Ms.Shell y Matheu.
Allí cursé primero, segundo y tercer grado hasta que abrió la Escuela Integral Gabriela Mistral en lo que había sido la casa-quinta LA AIDA,
A este colegio concurrí y terminé  la escuela primaria egresando en el año 1970.
Cuando empece a ir a esa escuela y siendo chico entendí la verdadera dimensión de lo que había sido esa casona que hasta ese entonces había visto desde  afuera.
Estos días tratando de hacer memoria, intentaba recordar la cantidad de casas aledañas que había en la cuadra.
Tomando en cuenta ello,  pienso que la casona en ese momento se situaba en un terreno de aproximadamente de unos 3500 a 4000 m2. 
Seguí haciendo memoria y pese al tiempo transcurrido, recuerdo claramente como era su edificación.
Su entrada principal estaba en la calle Viamonte y la parte de atrás de la edificación daba al Pasaje la Paz.
Tenía un frente de rejas con un enorme portón de dos hojas y un más chico de una hoja.
El frente, los portones y puerta tenían unas puntas muy grandes, tipo punta de flechas.
Al entrar, accedías al enorme parque, con dos enormes pinos, uno a cada lado del terreno.
Uno de ellos con la punta rota seguramente a causa de alguna tormenta lo que impidió que el mismo siguiera creciendo hacia lo alto.
También una magnolia y otros árboles menores completaban la arboleda, que además tenía  distintos tipos de plantas hacia un lado y otro del terreno.
La casona estaba edificada unos tres metros sobre el nivel del suelo y accedías al patio principal por una escalera que se iba angostando hasta llegar arriba.
Si no mal recuerdo la escalera tenia hacia cada uno de los lados, un macetero enorme en la parte superior. 
Cuando uno llegaba arriba, encontraba un gran patio abierto, luego una galería y el acceso a la parte central de la casona, seguramente lo que había sido el comedor o la sala principal.
Antes de entrar y con salida a la galería había una habitación de cada lado de aproximadamente unos 30 m2 cada una.
En estas que podríamos decir que probablemente hayan sido habitaciones, funcionaba la dirección del colegio y el 7mo. Grado.
Cuando accedías a lo que te conté, que era ese enorme espacio que podemos llamar sala principal, había en una esquina el infaltable hogar a leños y diversas puertas, dos por cada lado y dos hacia el fondo, que seguramente eran dormitorios, escritorio, biblioteca, etc.
Cuando la conocí por cada una de esas puertas, accedías a algún aula.
Todas estas habitaciones, tenían enormes ventanas hacia los laterales de la casona.
Las dimensiones de estos ambientes, el tiempo hace que no los pueda determinar pero diría que nos mas de 30 m2.
Me parece que esa era la medida porque cada grado no tenía más de 20 o 25 chicos y sus pupitres en triple fila cómodamente los albergaba.
Si mirabas la casona por la parte de atrás desde la entrada del Pasaje La Paz, encontrabas una escalera de idéntica característica a la de la entrada principal, pero creo que era un poco más angosta.
Cuando llegabas arriba otro patio más pequeño y luego otra galería donde también había dos puertas de entrada.
Hacia cada lado también dos ambientes que funcionaban como aulas.
A cada lado dos pasillos, sobre la derecha estaban los baños del colegio que seguramente cuando la casona se habitaba eran también lo eran.
Sobre el lado izquierdo a continuación del habiente estaba la cocina enorme que también sin duda alguna, había sido cocina en la casona.
Lástima no tener algunas fotos!!!!!!
La entrada sobre el Pasaje La Paz también era un frente de rejas grande donde había una puerta de dos hojas chicas.
Completando la edificación sobre el lado izquierdo y sobre el nivel del suelo, había una casa con techo a dos aguas de unos 40 m2 donde vivían los caseros o el servicio doméstico cuando la casona se habitaba.
Siempre tengo el recuerdo antes que funcionara el colegio que las personas que habitaban la casita de abajo, eran dos señoras muy mayores que vestían de negro y estuvieron allí desde siempre.
Que papel jugaban la verdad no sé.
Si, me acuerdo que cuando era chico, iba con mi abuela a verlas, porque creo que ellas vendían huevos y miel.
Completando la descripción de la casona, te cuento que debajo de la misma estaban los enormes sótanos, diría que unos cuatro metros de profundidad y con pisos de tierra, donde bajabas por una escalera de madera bastante precaria.
Se dividían por sectores que tenían enormes arcadas.
Las columnas de esas arcadas eran lo que sostenía la casona.
De cualquiera de los lados que uno mirada la casa, advertía a nivel del piso arcadas con rejas, que si uno se acercaba y miraba a través de los vidrios veía los sótanos.
En este amplio lugar se realizaban las fiestas del colegio.
Hasta aquí una parte de la historia.
Con el correr de los años y ya en la escuela secundaria, un vecino de unos setenta años me cuenta una historia, que la verdad no conocía hasta ese momento.
Por aquel entonces yo tenía más o menos unos 15 años.
Este me contó que La Aída hasta donde recordaba, ocupaba un predio que era dos o más manzanas y que sus fondos lindaban sobre la calle Arenales donde ya estaba el Club Atlético Lomas.
Esto me lo contaba todo con absoluta convicción como lo que sigue.
En estos fondos y a lo ancho del terreno, unos cien metros como mínimo, había un lago artificial donde los que habitaban la casona o sus visitantes, se paseaban en bote.
En el final de este lago, había árboles en dos hileras y luego el club.
Curioso e inimaginable, SI !!!!!
Sería más curioso e inimaginable si te dijera que, una chica que vivía en la casona o estaba de allí de paso, se ahogo en ese lago.
Nunca me pudo dar mayor precisión de este hecho porque no recordaba nada más.
Este suceso existió, porque otra gente grande como Don Antonio, así se llamaba  el hombre que desde chico vivía en el barrio.
Otros como este vecino también contaban  esa historia con muy pocas diferencias.
Además convalida la existencia del lago que, mi papá me contaba que todos esos terrenos en esas manzanas habían sido rellenados y mucha gente coincidía en eso. 
Pero parte de la historia que tiene que ver conmigo, no termina allí y es por eso que intento después de tantos años averiguar algo más.
En 1985 una persona muy cercana a mí se viene a vivir al barrio.
Esta chica de mi edad había vivido durante toda su niñez en Remedios de Escalada y su adolescencia la paso en Llavallol.
Cuando vino al barrio desconocía totalmente la existencia de la casona y su historia.
Durante mucho tiempo vió en sueños una casona con un lago y una chica vestida de blanco que paseaba por lo que sería el parque y la zona del lago. 
Ese sueño lo tuvo en repetidas ocasiones hasta que en una oportunidad me lo cuenta y a partir de ese momento no lo volvió a tener nunca más.
Creer o no creer, pero ella me realizó una descripción casi perfecta de la casa y todo lo que había en esos años en el predio, coincidiendo plenamente con lo que me había contado mi vecino.
Hace un tiempo, recibí un correo de una persona que vivió en el barrio en los años 60 y 70 y conoció la casona.
En su e-mail me contó algo que no recordaba como que en el parque de la casona, sobre un costado había un aljibe.
A él también alguien le había contado que en el predio había muerto una chica en el lago, pero lamentablemente como yo, no tenía más precisiones.
Días pasados me encontré con una señora que vive en el barrio también desde muy chica y me decía, que la casona perteneció a una familia de origen Frances que tenía una sola hija, que no se casó y no dejo descendencia. 
Mis recuerdos hasta aquí llegan, pero creo que LA AIDA fue una edificación de principio del siglo XX, posterior a la radicación del Club Lomas en el barrio.

ACLARACION.

Como ya lo manifesté en otras oportunidades, muchas de las ilustraciones que acompañan los posteados no corresponden a los lugares o personajes a que se refieren, porque no obran en mi poder ni tampoco los encontras en internet.
Son solamente y así hay que tomarlas, ilustraciones o fotos de archivos que complementan un tema.
Lo aclaro porque recibí un correo de una persona que conoció al verdulero del tanque o el manquito como le decían y la foto no es precisamente del personaje.
Por eso si esta práctica, molesta o incomoda a alguien pido disculpas.