Quiero compartir con todos aquellos que ingresen a este espacio, un montón de recuerdos que son parte de mi niñez, adolescencia y juventud.
Recordaremos juntos de esos años 60, 70 y 80:
Las series y programas de televisión y sus actores
El cine y el teatro
Los automóviles
La música y sus intérpretes

Los deportes y sus protagonistas
La ciudad y nuestro barrio
Sitios de esparcimiento y diversión
Sucesos históricos

Costumbres de la época
Historias y personajes
……entre otras cosas.


26 de junio de 2018

Verdad o fantasía - El Taxi - Breve relato.

La agitada noche del sábado se fue convirtiendo de a poco en la madrugada del domingo.
El taxista sabe que ya cerca de las cuatro, si bien aparecen viajes, el riesgo de estar en la calle por un montón de circunstancias es alto.
Automovilistas alcoholizados que emprenden alocadas carreras por las calles, pasajeros que suben a tu auto en mal estado y tantas otras hierbas, marcan mi límite.
Trabaje bastante bien si uno tiene en cuenta que es fin de mes, aunque en los últimos años todos los días parecen iguales.
Fue un mes duro para mí, el auto viene de problema en problema.
Primero fue el electro-ventilador que se quemó y hace unos días el aire acondicionado dijo basta y dejo de funcionar.
A esto también le sumo dos cubiertas nuevas que si o si le tuve que poner al auto.
El Fiat Siena 2011 hace un par de años que se tendría que haber jubilado,  pero una serie de problemas personales me impidió renovarlo.
Hoy para hacerlo, debería tener unos $350.000 en la mano o financiar parte de ese importe para acceder a un buen vehículo OKm.
Pero las cosas son como son y para mi es imposible pensar hoy en cambiar el auto.
Tratando de ir acercándome a mi casa y de esa forma cerrar mi jornada de trabajo, decidí tomar la Av. Independencia hacia Av. La Plata, estaba a unas seis cuadras.
A poco de hacerlo, un hombre alto, ligeramente encorvado y muy bien trajeado, me hace seña, naturalmente le paré.
Me llamo la atención que delante mío circulaban dos taxis también vacíos, pero el espigado pasajero que portaba un pequeño maletín no paró a ninguno de ellos.
Luego de saludarlo, le pregunte hacia donde viajaba, me dijo si podía llevarlo hasta la estación de trenes de Adrogue, obviamente mi respuesta fue sí.
Me preguntó cuándo saldría el viaje, le contesté rápidamente  que más o menos entre $600 y $650.
Para mí era un viaje bárbaro, el último de una larga noche de trabajo.
Casi de inmediato ni bien puse primera para salir, comenzamos a conversar, me pidió que lo llevara despacio porque estaba recién operado.
Me dijo que viajaba seguido al lugar de destino, que lo hacía siempre por la misma empresa de radiotaxis, pero esta noche no lo hizo porque había extraviado la tarjeta que le dieron.
Le ofrecí una de la radio que tiene mi auto,  le dije que tenía los teléfonos y también el número de mi celular.
Al hombre le pareció bien y me dijo que seguramente cuando tuviese algún viaje especial, me llamaría directamente a mí.
Mi interlocutor tenía una forma de expresarse patrimonio de un hombre culto, su charla era pausada y con palabras que expresaban sabiduría y a la vez tranquilidad.
Su cara era alargada, peinado hacia atrás, sus enormes ojos oscuros parecían querer atravesar sus pequeños anteojos redondos con marco metálico.
Hablamos de futbol y del país entre otras cosas.
Le conté sobre mi trabajo y mis desventuras con el auto.
Sobre esto último, no recuerdo bien  sus palabras, pero como que me dio a entender que seguramente lo resolvería a la brevedad.
Estábamos a escasas diez cuadras de nuestro destino,
cuando el dialogo que mantenía con el pasajero se cortó abruptamente.
Al mirar por el espejo retrovisor cono lo hice decenas de veces en el viaje, veo que la imagen de ese hombre se desvanecía lentamente hasta que deje de verla porque desapareció.
En ese instante mi cuerpo se paralizo, por momentos tuve la sensación que no coordinaba, decidí rápidamente estacionar para tranquilizarme.
Mire hacia atrás como buscando una explicación sobre lo que había pasado, explicación que no encontré.
Fume un par de cigarrillos mientras seguía estacionado en el lugar que frene, a unas cuadras de la estación.
Trate de recordar cada instante del viaje y cada palabra de aquel extraño pasajero, no halle nada que me llamara la atención.
Ya había amanecido completamente cuando decidí ir a mi casa a dormir.
Todo el camino de regreso miraba atrás como esperando no sé qué cosa, tal vez que mi pasajero apareciera de la nada, pero sabía que eso no pasaría.
Av. San Juan y Curapaligue, era mi destino, mi casa estaba a treinta metros de donde estacione el taxi.
Abrí la guantera para sacar, mis  documentos y los del vehículo.
Al hacerlo en ella encontré un sobre de papel madera cerrado pero con aparentemente papeles adentro.
No recordaba haberlo puesto en ese lugar y mucho menos, si en algún momento lleve a alguien adelante que pudiese haber guardado el sobre  allí.
La guantera la abro varias veces en el día, si el sobre estaba allí, me tendría que haber llamado la atención antes.
Con cuidado lo abro y para mi sorpresa, en su interior había dinero, siete fajos, todos con billetes de $500.
No lo podía creer, de donde había salido tanta cantidad de plata.
Cerré el sobre, tome los documentos, baje del auto, active la alarma y en segundos estaba en mi departamento donde vivo solo.
Abrí la heladera, me serví un vaso de gaseosa, encendí un cigarrillo,  estaba totalmente excitado y completamente traspirado.
Conté detenidamente cada uno de los siete fajos de dinero, la suma total que había en el sobre era $350.000.
Estaba confundido y me acosté a dormir, pero cuando me desperté, todo el resto del día pensé y pensé sobre lo ocurrido.
Pasaron los días y algunas semanas y todo me llevaba a aquella madrugada donde en Av. Independencia, tomo mi taxi aquel hombre mayor, ligeramente encorvado y bien trajeado.
No tengo ninguna duda que él, algo tuvo que ver con el sobre y el dinero que contenía.
Cambie el Fiat Siena  por un Renault Fluence, que me retorno las ganas de trabajar a full todos días. 
Pienso que aquel hombre que subió a mi auto, fue el medio para que tuviese otra oportunidad.
Muchas veces la suerte no me acompaño, pero tengo que reconocer que soy un especialista en hacer las cosas mal.
Pasaron los años y seguí buscando una explicaron.
Cada vez que paso por el lugar, miro a ver si esta ese Sr. mayor esperdo un taxi que lo lleve a algún lugar.