Los turistas que visitan La Boca, hoy se pierden una parte de la historia de este barrio que fueron las cantinas, las cuales abundaban en la década del 60 y 70.
La Boca supo en esos años, en la calle Necochea desde Pedro de Mendoza hasta Brandsen, ser uno de los más importantes polos gastronómicos de la Ciudad de Buenos Aires, y las cantinas eran el lugar de reunión y de festejo donde concurrían los más variados sectores sociales, culturales y políticos de la República Argentina.
En esa zona había mas de veinte, donde se destacaban Spadavecchia, La Gaviota, Priano, Rimini, La Cueva de Zingarella, Gennarino, La Barca de Bachicha, Il Piccolo Navío, All’Italia y La Bella Napoli, entre otras.
En estas cantinas donde abundaban los manteles de papel, jamones colgados de los techos esperando ser consumidos, luces de colores y guirnaldas, eran lugares imperdibles para festejar todo tipo de acontecimientos, o simplemente para ir a comer con amigos o la familia.
La Boca supo en esos años, en la calle Necochea desde Pedro de Mendoza hasta Brandsen, ser uno de los más importantes polos gastronómicos de la Ciudad de Buenos Aires, y las cantinas eran el lugar de reunión y de festejo donde concurrían los más variados sectores sociales, culturales y políticos de la República Argentina.
En esa zona había mas de veinte, donde se destacaban Spadavecchia, La Gaviota, Priano, Rimini, La Cueva de Zingarella, Gennarino, La Barca de Bachicha, Il Piccolo Navío, All’Italia y La Bella Napoli, entre otras.
En estas cantinas donde abundaban los manteles de papel, jamones colgados de los techos esperando ser consumidos, luces de colores y guirnaldas, eran lugares imperdibles para festejar todo tipo de acontecimientos, o simplemente para ir a comer con amigos o la familia.