Quiero compartir con todos aquellos que ingresen a este espacio, un montón de recuerdos que son parte de mi niñez, adolescencia y juventud.
Recordaremos juntos de esos años 60, 70 y 80:
Las series y programas de televisión y sus actores
El cine y el teatro
Los automóviles
La música y sus intérpretes

Los deportes y sus protagonistas
La ciudad y nuestro barrio
Sitios de esparcimiento y diversión
Sucesos históricos

Costumbres de la época
Historias y personajes
……entre otras cosas.


21 de agosto de 2012

EL TUTE CABRERO.

Hoy estaba escuchando en la oficina una tira deportiva por radio, y en un momento comenzaron a hablar sobre los juegos de cartas en las concentraciones, donde surgió el TUTE CABRERO.
Recordé los grandes partidos que jugábamos en mi etapa de adolescente cuando concurría a la Pileta que allá por los 70 estaba en la sede de Banfield.
Nos juntábamos unos diez amigos que compartíamos todos los días y entre chapuzón y chapuzón parábamos para jugárnos unos partidos inolvidables.
También alternábamos con alguno de TRUCO o con alguno de GENERALA.
Para los que no conocen el juego intentarè contarte un poco sobre su reglamento.
El tute cabrero es la variante del tute más jugada tanto en Argentina como Uruguay.
Se juega individualmente y pueden participar tres, cuatro, cinco o seis personas.
El objetivo es o bien sumar la mayor cantidad de puntos o bien la menor, lo que conocemos como ir a mas o ir a menos, pues el que queda segundo pierde.
Si dos o más jugadores empatan en el segundo lugar, pierden todos ellos.
Se juega con cartas españolas de 40  y hay un palo que pinta llamado triunfo.
Durante cada mano los jugadores tienen la obligación de responder al palo y de matar.
En general, cuando se juega de a 5 ó 6 personas, quien reparte la mano no juega, para de esa manera reducir la cantidad de jugadores.
Las cartas tienen los siguientes valores, as 11 puntos, tres 10 puntos, rey 4 puntos, caballo 3 puntos, sota 2 puntos.
Cada partido se juega hasta que no queden más de dos jugadores y estos son los ganadores, por lo general pierde quien llega a 4 porotos, habiendo perdido dichas manos.
Los jugadores tienen la obligación de seguir el palo y de matar.
Cuando puedan hacer ambas cosas deben hacer las dos, o sea tirar una carta del mismo palo y que mate la mano.
Si no puede cumplir ambas cosas debe cumplir la primera, o sea tirar una carta del mismo palo, esto es así aunque no mate o aunque otro jugador haya tirado triunfo.
Si no puede cumplir la primera, porque no tiene cartas del mismo palo, debe matar, para ello debe tirar una carta de triunfo, y  más alta que otras de triunfo si se han tirado.
Si no puede cumplir con ninguna de las dos, porque no tiene para seguir el palo y porque no tiene triunfo, o si tiene triunfo no es más alto que el que otro haya tirado en la mesa,  puede tirar la carta que desee.
No obstante, cualquier jugador que llegase a errar en cumplir estas obligaciones pierde la mano si algún contrincante le indica el fallo.
También pierde la mano quien canta mal, por no tener aquellas cartas que indica en su canto o por haberlas jugado con anterioridad.
Cualquier jugador puede levantar todas las cartas o bien ninguna.
Aquel que logra hacerse con las 40 cartas hace CAPOTE  y todos sus rivales pierden la mano, anotándose un poroto.
Sin embargo, si quien hace CAPOTE, anteriormente ha cantado, tanto LAS VEINTE como LAS CUARENTA él es quien pierde la mano.
Si un jugador levanta todos los puntos, pero no todas las cartas, pierden todos aquellos jugadores que hayan levantado bazas con cero puntos.
Si dos o más jugadores empatan a más, y ningún otro jugador ha levantado bazas, pierden quienes hayan empatado a más.
Si dos o más jugadores empatan a más, pero al menos otro jugador ha levantado algùn tiro,  pierde este último.
Si dos o más jugadores empatan en la segunda posición, pierden todos ellos.
El jugador que levanta la última tiro obtiene 10 puntos de ùltima. 
Si los dos jugadores que más puntos obtienen, empatan en su tanteador, pierden ambos.
Si alguien levanta al menos un tiro, aunque no obtenga puntos, pierde en relación a aquel que no ha levantado ninguna carta.
El jugador que indica a otro que ha fallado pierde cuando su acusación es falsa.
Siempre que hay una acusación se debe interrumpir el juego e intentar reconstruir la partida revisando lo que ha levantado cada jugador.
En ambos casos, si la acusación es cierta o falsa se pierden dos porotos.
Cuando se canta TUTE, gana la mano o el partido según la variante que se esté jugando.
Todos los del medio pierden, si las tiros se reparten entre más de dos jugadores, pierden los jugadores del medio o sea, todos los que hayan levantado cartas salvo el que haya sumado más puntos, se dice que ganó a más,  y el que haya sumado menos puntos, se dice que ganó a menos, y los que no han levantado cartas no cuentan.
Recuerdo siempre con mucho cariño, a grandes jugadores, amigos en aquellos años, como El Gallego, Tortuga y Mingo, que me enseñaron a jugarlo y les pague siendo un jugador temible.

17 de agosto de 2012

EL BUEN VENDEDOR.



Días pasados recordaba como fueron cambiando los vendedores en los comercios y muy especialmente en el algunos rubros.
Uno concurría a un negocio por ejemplo a comprar ropa, y se encontraba con personas que se disponían a venderte absolutamente todo lo que tenían.
Comenzaban tratando de complacerte en lo que buscabas, fundamentalmente porque el cliente como primera medida debe llevar lo que necesita, y luego recién allí intentaban  interesarte por todas sus ofertas.
Los vendedores se tomaban todo el tiempo de mundo en atenderte para que te fueras satisfecho, porque era la mejor propaganda de su comercio.
En estos tiempos los vendedores tratan de que gastes lo más posible, comprando en muchos casos lo que ellos quieren venderte, y que te tomes el buque lo más rápido posible.
Hoy en día en los comercios, salvo raras excepciones nos encontramos con gente que simplemente atiende, muchas veces carentes de conocimientos sobre los productos que componen su comercio, gente sin metas ni objetivos que es lo primero que debe tener un buen vendedor. 
Recuerdo siempre mi primer empleo que fue en una casa de electrodomésticos muy conocida de la zona sur, en la cual entré a trabajar en el salón de ventas.
Su dueño un autentico comerciante de la cabeza a los pies, se ocupaba personalmente de capacitar a sus vendedores, los cuales moldeaba a su imagen y semejanza.
Entre muchas de las cosas que aprendí, era tener una meta diaria de venta sobre un determinado producto, generalmente de poco monto, como por ejemplo una plancha o una radio a pilas.
Estos nobles productos infaltables en cualquier hogar de aquella época y la actual, eran mi caballito de batalla porque era lo que me daría de comer todos los días.
Los grandes productos de esa época, los televisores, las cocinas, las heladeras, los equipos de audio, eran los que de concretarse la venta, me posibilitarían comprarme buena ropa, salir a cualquier lugar a divertirme, irme de vacaciones, etc. etc.
Jorge el dueño del negocio  siempre decía, “QUIEN NO TE VA A COMPRAR UNA PLANCHA O UNA RADIO A PILAS PARA REEMPLAZAR LAS QUE TENIAS EN USO, O BIEN LA PLANCHA PARA TENERLA DE REPUESTO", y la verdad que tenia razón, era impresionante la cantidad de planchas y radios que vendíamos en el mes. 
En la actualidad a veces sucede que cuando vas a comprar un electrodoméstico y hablas con el vendedor, desde su ignorancia intenta convencerte, que lo que vos tenes es una porquería y lo que él intenta vender es lo mejor.
 
Error insalvable de su parte, no hay nada peor para cualquier persona que le digan que tenes porquerías, te sentís poco menos que un tonto.
Jorge siempre decía que cuando uno intenta vender algo que el cliente tiene, lo mejor es resaltar la calidad de producto que este posee, pero dejando expresamente aclarado que lo que vos le vas a ofrecer es distinto, más moderno, etc. etc.
De esta manera nos fue inculcando a los vendedores algunos principios que fuimos haciendo nuestros, fundamentales para ser un buen vendedor de artículos de hogar, ropa o lo que fuera, la técnica siempre era la misma. 
Otra de la cosas que hacía era alentar minuto a minuto al equipo de ventas, te convencía que eras el mejor en lo tuyo y que no tenias limites, siempre estabas dispuesto a romper tu marca, tu record y superar tu objetivo porque había un premio adicional que te pagaba con gusto. 
Si bien las buenas ventas es lo mas atractivo en un comercio, es necesario no darle tanta trascendencia, porque el buen vendedor busca generar un  buen ingreso aun con el cliente que va a gastas poco, porque un montón de ellos también te ayuda a lograr tu objetivo.
Es por eso que hay que ver siempre, aun en el cliente más pequeño a alguien que esta allí, e ingeniárselas para venderle un poco mas de lo que esta dispuesto a gastar, con el absoluto convencimiento que somos los mejores y que no hay clientes que se nos pueda resistir.  
Uno de los elementos que siempre tenía presente cuando vendía, era vivir mis ocho horas de trabajo de buen humor, dejar de lado los problemas y disfrutar vendiendo, tratando de dejar de lado el ingreso, que si vendes este viene solo.
Sin embargo, ser positivos y divertidos no nos va a ser navegar en un mar de sueños, también debemos ser realistas y conocer muy bien nuestro potencial de venta y nuestros competidores.
Con el tiempo me fui dando cuenta que el cliente necesita mas allá del producto y la buena atención, sentirse permanente mimado y convencerlo que es nuestro mejor cliente, si logramos esto, 
se genera un vinculo de fidelidad entre ambos que es a prueba de todo.
Pero creo que la enseñanza más importante que me llevé, es amar profundamente cada cosa que uno hace, sea cual fuera nuestra ocupación.
Por mas que pasen los años, la venta se debe realizar de la misma forma, el tiempo solamente hizo que cambiaran las formas de proceder de los vendedores, pero por suerte aun con distintas edades hay muchos vendedores que comulgan con los principios que allá por los setenta me enseño Jorge.